{Capítulo 48}
·Narra Justin·
Suspiré pasando las manos por mi pelo por enésima vez aquella madrugada y apoyé ambos codos en la mesa de mezclas hundiendo la cara entre las palmas de mis manos, era consciente de que seguramente tendría una pinta horrible en aquel momento.Tras volver a casa todo había ido sobre ruedas, creo que conseguí hacerla olvidar nuestra separación durante toda la noche, sonreí para mis adentros al recordarlo. Lo complicado llegó cuando ella cayó dormida y a mí me resultó prácticamente imposible. Pasé mirando fijamente el techo un par de horas seguidas, estaba convencido de que en cualquier momento mis ojos se cerrarían solos, pero mi mente no paraba de jugármela. Esporádicamente se escuchaba a través de la ventana el sonido de los coches al pasar, pero mi cabeza sólo podría concentrarse en que una vez que ella se hubiese marchado, volvería a sentirme solo aún encontrándome rodeado por cientos de personas. Le daba mil y una vueltas a cómo sería la sensación de tener que acostarme sin saber que ella vendría detrás mía o que podría encontrarla en la habitación de al lado, que no escucharía sus pies descalzos deambular por la casa por la mañana al desayunar. Continué torturándome durante el tiempo suficiente como para decidir que tenía que ocupar mi mente con otra cosa, así que, sin hacer ruido alguno, me vestí y lo siguiente que recuerdo es que estaba sentado dentro del estudio con una libreta sobre el regazo escribiendo letras de canciones que ni había planeado, simplemente escribía y escuchaba la melodía en mi cabeza.
Me eché sobre la mesa de mezclas cruzando mis brazos sobre ella y hundiendo la cabeza en ellos, eran las cuatro de la madrugada, en una hora, ella se despertaría para ir al aeropuerto, tendría que fingir que llevaba todo aquello bien, abrazarla y dejarla ir. Me repetí a mí mismo que estaba exagerando.
Ella necesita espacio también, como empieces tan fuerte y tan seguido terminarás asfixiándola, Bieber.
Me aferré a aquella idea con todas mis ganas y de algún modo logré dar un pequeño giro a mi situación.
No tendría su risa ni sus piques, no podría cuidar de ella ni yo mismo lograría ya tener la confianza que ella misma me otorgaba cada vez que los medios estaban allí para intentar que cayera una vez más. Tendría que continuar afrontándolo sólo, llevaba toda la vida valiéndome por mí mismo pero ahora que la había conocido, su simple presencia había hecho que toda aquella carga resultase un tanto menos pesada. Todo volvería a la normalidad, incluso puede que peor ahora que todo el mundo se había enterado de que éramos pareja. Había estado evitando a la prensa todo aquel tiempo que ella había estado a mi lado pero llegaría un momento en el que tendría que hacerle frente.
Arranqué la hoja que había escrito y la doblé metiéndola en el bolsillo de mis pantalones para poco más tarde lanzar la libreta lejos de mí. Me quedé observando la cabina de grabación durante unos segundos sumido en mis pensamientos hasta que me di cuenta de que si no me ponía pronto en marcha, ella se daría cuenta de que me había ido.
Saqué mi iPhone revisando los mensajes, nadie había notado mi ausencia en casa. Lo abandoné entonces sobre la mesa caminando hacia el diminuto aseo que había nada más salir de aquella habitación y me encerré en él echando el cerrojo.
Esta bien, necesitaba relajarme y aparentar control sobre la situación, necesitaba inspirarle confianza sobre su partida, aunque la idea de volver a proponerle una educación con un profesor particular mientras se quedaba en la gira no paraba de rondarme por la cabeza.
Miré entonces mi reflejo exhalando un profundo suspiro, ya había pasado otras muchas noches en vela, normalmente pasaba inadvertida tan sólo colocándome unas gafas de sol, pero aquella vez no tenía que aparecer ante una cámara, resultaría extraño acompañarla con gafas de sol hasta el aeropuerto, y más si era a las cinco de la mañana cuando aún ni había salido el sol. Dejé que el agua corriera hasta llenar el lavabo y junté ambas manos para sumergirlas y recoger el agua que poco después esparcí por toda mi cara. Repetí esta misma acción unas tres veces hasta sentirme un poco más despierto y levanté la mirada a mi reflejo.
- Pareces gilipollas, Bieber. - musité mirando a aquel chaval con ojeras y una expresión decaída.
No me quedaba otra, debía afrontar aquello, sólo sería un tiempo y podía ir a visitarla siempre que pudiera, o pagarle un fin de semana para llevarla a Latinoamerica. Eso haría.
Tragué saliva y tras unos minutos, decidí volver a casa y meterme en la cama para ser lo primero que viera al despertar.
Agarré el pomo de la puerta tirándo del pestillo con fuerza pero nada pasó. Me quedé unos segundos sin hacer nada sin poder creerme que aquello me estuviera pasando, volví a intentarlo pero era completamente imposible, no se movía, me estaba dejando los dedos intentando abrir el pestillo pero estaba completamente atascado. Mi respiración se ralentizó y sentí cómo mi corazón comenzaba a bombear el doble de rápido, aquello no podía estar pasando.
Al cabo de un rato, mi nivel de desesperación era tal que terminé tratando de echar la puerta abajo, todo en vano.
·Narra ____·
Casi no lograba ver con claridad a través de la ventanilla del coche, el frío ambiente de la madrugada las había empañado, pequeñas gotitas de humedad discurrían interrumpidamente sobre la superficie del cristal y tan sólo lograba distinguir las luces de las farolas que pasaban intermitentemente iluminándome débilmente.
Estaba acurrucada en el asiento trasero, con la mirada perdida, sin poder creerme que no estuviera allí conmigo. ¿Cómo había podido dejarme sola justo en aquel momento, cuando más le necesitaba a mi lado?
Al principio no había querido aceptarlo, nada más despertar y ver que estaba completamente sola comencé a buscarle por toda la casa, ni en la sala del piano, ni en el balcón, ni en la cocina, hasta salí a la playa para ver si había ido a dar un paseo, nada, ni rastro. Lo primero que pensé es que podría haberle pasado algo, la verdad es que me asusté bastante, así que corrí al encuentro de Ryan que acababa de despertarse y aún con los párpados pegados, cogió su teléfono móvil para tratar de localizar a Justin.
Aún tenía cierto temblor en las manos desde que le habíamos dejado a Justin cuatro llamadas perdidas, nadie lo cogía y mi miedo fue en aumento, pero entonces Ryan me cogió de las manos y, después de calmarme durante unos segundos me explicó que a Justin nunca le habían gustado las despedidas.
''Normalmente suele hacerles frente, cuando le toca separarse de nosotros, de su madre o cualquiera del equipo, pero contigo... contigo es distinto, puede que no haya sido capaz, tal vez sólo necesite evitar todo esto, sé que te resultará injusto, pero como amigo suyo creo que deberías intentar comprenderle, él te quiere mucho'' me había dicho.
No había podido evitar liberar un par de lágrimas al ser consciente de que no podría despedirme de él y que anoche fue la última vez que le vería en mucho tiempo, pero seguí los consejos de Ryan y recogí mis cosas en silencio, con ayuda de Alfredo, dejando la habitación exactamente como la encontré al llegar.
Antes de irme recorrí la casa al completo, haciendo memoria de cada uno de los recuerdos que había vivido allí dentro, y tras unos achuchones a Tuts y un último vistazo a mis espaldas de la casa, salí de allí en el coche de Alfredo con Ryan en el asiento del copiloto con destino a LAX, el famoso aeropuerto internacional de Los Angeles.
Había un silencio sepulcral en el coche, me habría mostrado cariñosa y sonriente con los chicos en los últimos momentos para crear un bonito último recuerdo, pero ¿a quién quería engañar? me sentía como una verdadera mierda y trataba de no juzgar a Justin pero él tenía que estar allí, en ese asiento trasero, conmigo, y mi mano debería estar agarrada a la suya hasta poner un pie en aquel dichoso avión.
Exhalé un leve suspiro y cerré los ojos, ya no sabía si era por puro cansancio o el hecho de no querer recordar ni un sólo detalle del viaje de vuelta a Canadá, tan sólo faltaban días para comenzar las clases, ya no podía alargar más aquello, por el contrario, a parte de tener que acostumbrarme al cambio horario, también se me haría mucho más difícil.
Me acomodé los auriculares y dejé que una melodía a piano me invadiese, tal vez la música consiguiera hacer el trabajo y sacarme todos aquellos pensamientos de la cabeza hasta llegar a casa. El suave balanceo del coche me mecía, y mis ojos se iban cerrando poco a poco, su sonrisa no paraba de verse reflejada en mi cabeza.
''Al parecer, la claustrofobia no era su único miedo'' pensé resignada antes de dejar que el sueño pudiese conmigo.
·Narra Justin·
Maldita claustrofobia.
Había intentado sentarme y estar tranquilo exactamente trece veces en la última hora, necesitaba respirar, y no sólo eso, el móvil no había parado de sonar desde que me había quedado encerrado, la impotencia era creciente y a ello se le sumaba el increíble dolor de cabeza que me daba el sentirme tan agobiado. Había decidido que esperaría a que alguien viniese al estudio, pero por lo que parecía, a nadie más se le ocurría ir a grabar o componer a las cinco de la madrugada.
Mi respiración era cada vez más pesada, y comencé a escuchar cierto pitido en mi pecho al respirar. Si no me calmaba en seguida iba a darme algo.
Mordí mi labio con fuerza hasta el punto de quererlo hacer sangrar y estampé mi espalda contra la pared bruscamente dejándome caer lentamente hasta sentarme en el suelo con la cabeza apoyada en los azulejos del diminuto aseo. Cerré los ojos. Aún no podía creerme que me estuviera pasando aquello, yo sólo quería despejar mi mente y ahora ella estaba sola, y lo peor es que no podría verla una última vez. El simple pensamiento me desgarraba por dentro, no podía estar pasando.
Mi respiración era cada vez más irregular, levanté la cabeza con la boca entreabierta y traté de llenar los pulmones, aquel lugar cada vez me parecía más diminuto. Apreté mis párpados y me obligué a mí mismo a pensar en otra cosa. Mi cerebro me llevó directamente al recuerdo del ascensor, cuando ella, en un impulso, paró el aparato tratando de quedarse a solas conmigo para poder hablar las cosas sin ser consciente de que lo acababa de averiar. Sonreí casi sin darme cuenta al recordar su expresión de apuro mientras la regañaba. Realmente se la veía preocupada, fue entonces cuando buscó la solución para tranquilizarme hasta dar con ella, simplemente alzó la mirada y...
Abrí los ojos de golpe y lo primero que hice fue mirar hacia el techo.
Bingo.
Me levanté de un salto y bajé la tapa del váter para poder subirme a éste y lograr llegar a la altura de los conductos de ventilación. Tras una breve examinación, saqué la rejilla metálica dejándola caer al suelo y me asomé por allí.
Era el espacio más reducido en el que me había podido meter nunca, y no tenía la más mínima idea de si aquello sería capaz de aguantar mi peso, por lo que podría caerme o quedarme atascado, o quizás ambas cosas a la vez.
Me quedé unos minutos mirando aquel conducto. Era mi única posibilidad de llegar a tiempo al aeropuerto, si iba a hacerlo, tenía que hacerlo ya.
Cogí aire y asentí decidido, realmente estaba aterrorizado.
Metí los brazos y tras un pequeño impulso fui introdujendo poco a poco todo mi cuerpo en el conducto, por cada crujido que provocaba mi peso, mi corazón se aceleraba un poco más, tenía que ir más rápido. Una vez completamente dentro, fui avanzando como pude entre el polvo, me era increíblemente difícil, las paredes comprimían mi cuerpo y la claustrofobia era mayor que nunca, casi podía sentir mis latidos en la garganta. Pasé tratando de avanzar unos minutos que me parecieron horas insufribles, hasta que por fin, logré divisar una nueva rejilla metálica y avancé como pude hasta ella.
Miré a través de los pequeños agujeros, era la sala de grabación.
Sin pensármelo dos veces, di un fuerte cabezazo contra la rendija que cedió y cayó al suelo creando un fuerte estruendo.
- Joder... - me quejé mientras me frotaba la zona de la cabeza que había impactado.
Me asomé dándome cuenta de la altura a la que estaba del suelo, y que sólo podía caer de cabeza, aunque tenía los brazos para frenar la caída, pero no dejaba de ser peligroso.
Estaba prácticamente temblando mientras me decidía. Si había llegado hasta allí no podía echarme atrás ahora, más que nada porque echarme atrás supondría volver a pasar otros diez minutos de compresión en aquel infierno compuesto por polvo para volver al jodido aseo. Tenía que tirarme.
Cerré los ojos y comencé a contar lentamente hasta tres hasta que me lancé al suelo cayendo sobre mis antebrazos y dando un fuerte golpe con ambas rodillas en el suelo.
- ¡Aggggh! - exclamé dolorido mientras me levantaba, era libre.
No dudé en correr fuera de la sala hasta la habitación donde se encontraba la mesa de mezclas separada de la sala de grabación por un inmenso cristal transparente. Agarré el móvil y las llaves del coche y salí de allí como alma que lleva el diablo.
Me metí en el coche y lo arranqué sin ninguna paciencia adentrándome en las solitarias carreteras mientras comenzaba a escuchar los mensajes de voz que me había dejado Ryan.
''Justin, soy yo, oye tío, tienes que venir estes donde estes, _____ se esta volviendo loca y no sé qué más decirle''
''Bieber, coge el putísimo teléfono o te quemo el jodido armario, te lo prometo''
''De verdad, simplemente dime donde estas e iré a ayudarte, pero necesito que cojas el móvil, ella te necesita mucho ahora''
''Esta vez no tenían que salir así las cosas, colega.''
Me acababan de entrar unas ganas inmensas de vomitar después de escuchar los mensajes, iba a 180 por hora, con el corazón a mil y con un sólo pensamiento en la cabeza, tenía que llegar.
Tenía un sentimiento que mezclaba la rabia, la impotencia y el dolor y que me estaba deborando por dentro mientras conducía a toda pastilla por la autopista, la imaginaba subiendo a aquel avión, enfadada conmigo, necesitaba abrazarla una última vez antes de que se fuese. Entonces una luz intermitente bajo el volante del coche llamó mi atención. El depósito de gasolina estaba a punto de terminarse, definitivamente, aquel no era mi día.
- ¡MIERDA! - grité furioso.
·Narra ____·
- Eres un maldito gallina tío, venga ya. - animaba Fredo a Ryan desde mi lado mientras yo mantenía la mirada fija en la puerta.
Ya habíamos facturado las maletas, en la entrada del aeropuerto nos habíamos encontrado con Anna, Nora, Scooter y Dan que habían venido a despedirse, me había quedado un tiempo hablando con ellos para hacer tiempo, aún guardaba la esperanza de que Justin apareciese, pero nada ocurrió y llegó la hora de ir a la sala de embarque donde esperábamos.
No dudaba en que si habíamos logrado colar a Alfredo, Justin también sería capaz de hacerlo, pero he de admitir que le esperaba ya sin ninguna esperanza.
- No soy un gallina, si no me das nada a cambio, ¿qué sentido tiene hacer el ridículo delante de todo el mundo? - discutió Ryan.
Por lo que había logrado captar, Alfredo le había retado a marcarse un baile en mitad de todo el mundo.
- Muy bien, me apuesto tres muffins de distintos sabores a que no bailas delante de todos con música incluida. - le retó Alfredo con una expresión impenerable.
Ryan entrecerró los ojos muy serio.
- Vas en serio, eh.
- Yo nunca bromeo con los muffins.
Me removí en mi silla y esbocé una sonrisa divertida observándoles. Qué tontos.
- ¿Qué te parece si bailo el Hoedown Throwdown?
- ¿El qué?
- El baile estilo country de Miley Cyrus que aparecía en esa película de...
- Vale, suficiente, con que me digas que es country me conformo, tengo que verte bailar country. - reía Alfredo.
Su risa se intensificó cuando Ryan se levantó de su asiento subiéndose los pantalones con una mano y buscando la canción en su móvil con la otra. Pasaron unos segundos hasta que comenzó a sonar la melodía y abrí mi boca al reconocer la canción de la película de Hannah Montana, aquella que no paraba de bailar cuando era una cría. Alfredo estalló en carcajadas cuando Ryan empezó a imitar a la perfección cada uno de los movimientos con la música a tope, tapé mi cara sin dejar de reír ni un sólo instante viendo cómo Ryan daba palmas mientras movía los pies de un lado a otro.
Un agente de seguridad se acercó y le pidió a Ryan que volviera a su asiento y apagase la música porque estaba molestando a las demás personas y tuve que esconder mi cara en el homro de Alfredo para que nadie escuchase mis carcajadas.
- Me debes cuatro muffins. - susurró Ryan al regresar a su asiento.
- Pero eran tres. - replicó Alfredo.
- Otro por la regañina que me acaban de echar, eso no estaba previsto, yo soy un tío legal.
- Qué especial eres, Ryan. - reí.
Al menos, los chicos lograron hacerme olvidar acerca de la ausencia de Justin durante los siguientes quince minutos, no paré de reírme un sólo segundo. También les iba a echar mucho de menos a ellos, aunque a Ryan no tanto, ya que seguramente le vería de vez en cuando por venir a ver a Christina. Aún así no sería lo mismo, sus tonterías también habían provocado más de la mitad de mis sonrisas desde que me incorporé. Adoraba que Justin pudiese confiar en amigos como ellos y me tranquilizaba, porque sabía que lo dejaba con personas que no le permitirían cometer ninguna estupidez.
Una voz bastante irritable sonó a través de los altavoces que ponían al tanto de los vuelos que entraban y salían.
''Los pasajeros del vuelo 3518 con destino a Toronto, Canadá, pasen por la puerta de embarque número cinco, por favor''
Nos miramos entre nosotros ahogando las bromas y los tres nos pusimos en pie a la misma vez, había llegado el momento.
Cogí mi equipaje de mano y esperé cabizbaja a que Ryan y Alfredo terminaran de despedirse. Entonces Fredo se giró hacia a mí haciendo un mohín.
- Aw, Fredo... - le imité exagerando una expresión triste y me abrazó con tanta fuerza que al poco rato sentí que me faltaba el aire.
Llené su mejilla de besos y me despedí con la mano mientras Ryan me cogía por la cintura para avanzar hasta la cola para embarcar en el avión.
Me costaba respirar, de pronto me habían entrado muchas ganas de llorar, pero sacudí la cabeza e intenté deshacerme del increíble nudo que se me había formado en la garganta.
La máquina que verificaba los tickets sonaba repetidamente haciendo que la cola avanzase, cerré los ojos con ese pitido retumbando en el interior de mi cabeza y decenas de recuerdos se me vinieron de golpe, su sonrisa me llenaba cada vez que la recordaba, cómo me miraba siempre que me veía aparecer, el brillo en sus ojos mientras me había estado cantando, cada una de sus tonterías, las veces que habíamos hecho travesuras, su risa en mitad de un beso, sus manos deambulando bajo mi ropa.
Mordí mi labio reteniendo las lágrimas y eché un último vistazo a mis espaldas, hacia la puerta. Nadie.
Cogí aire temblorosamente y cedí mis billetes de avión y los de Ryan a la azafata para que los escanease, no vendría.
- ¡Pero tengo que entrar antes de que suba al avión!
Su voz resonó por toda la sala y me giré casi movida por un resorte.
Antes de que nadie pudiese hacer un sólo comentario, yo ya corría hacia la puerta donde el mismo agente de seguridad que momentos antes había reñido a Ryan, ahora no dejaba pasar a Justin.
No me dio tiempo de llegar hasta ellos, en cuanto Justin me vio aparecer de entre la cola, apartó el brazo del agente y corrió a mi encuentro para más tarde fundirnos en un fuerte abrazo donde no fui capaz de contener más mis lágrimas.
Me desahogué por completo sobre su hombro, y él me dejó hacerlo mientras acariciaba suavemente mi pelo por detrás sin dejar de abrazarme ni un segundo. Ahoguaba mi llanto entre su cuello y su hombro, hasta que poco a poco me fui calmando y mi pecho dejó de moverse al ritmo de mis sollozos, cuando terminé, él se quedó en completo silencio durante unos segundos, simplemente disfrutábamos de aquel instante, y tras ello, como en un suspiro, lo exhaló, casi como para sí mismo.
- Te quiero.
Sentí cómo todo mi cuerpo se hacía más pesado y mi corazón se encogía de golpe, ¿cómo iba a ser capaz de marcharme ahora?
Separé mi cuerpo del suyo y él apoyó su frente contra la mía para mirarme directamente a los ojos, y con ambos pulgares secó las lágrimas de mis mejillas mientras sostenía mi cara.
- Yo también te quiero. - susurré sin poder dejar de mirarle.
Justin esbozó una dulce sonrisa que terminó de partirme en dos.
- Voy a echarte mucho, mucho, mucho de menos, no quiero que te vayas.
- No me quiero ir.
- Hablaremos cada uno de los días, por favor, prométeme que te cuidarás.
- Prométeme tú que no dejarás que nadie te haga daño, eres más fuerte que todos ellos juntos.
- La única que puede dañarme eres tú.
- Ven a verme cuando puedas Justin, por favor.
- Lo haré, preciosa. - y me atrajo hacia sí de nuevo besando mi cabeza. - Cúidate.
Le abracé de nuevo pero la mano de Ryan sobre mi hombro me obligó a apartarme.
- Tenemos que irnos ya, ____, somos los últimos que quedan. - me avisó.
Asentí tragando saliva y Justin tomó mi barbilla para levantar mi cara y depositar sobre mis labios un dulce beso de despedida que duró más de lo previsto. Sus labios parecían poder deshacerse sobre los míos, me provocaba pequeñas descargas por todo el cuerpo. Sentí su sonrisa sobre mi boca, me la contagió al instante y me separé con una débil risa.
Miré cómo Ryan y Justin se abrazaban.
- No dejes que le pase nada malo. - le dijo mi novio a su mejor amigo.
Éste sonrió dándole una suave palmada en la espalda.
- Hasta pronto, colega.
Y volvimos a encaminarnos hacia la puerta para entrar al avión, pero esta vez de una forma muy distinta, miré hacia atrás mientras Ryan me guiaba cogiendo mi mano y le ví allí, sonriéndome, Alfredo se había acercado pero él tenía todos sus sentidos puestos en mí. Movió sus labios y logré descifrar un ''te amo'', antes de que las puertas se cerraran detrás de mí, entonces fui consciente de que le tendría de nuevo a mi lado muy, muy pronto.
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MALA. ERES MUY MALA. PERO TE QUIERO. DEMASIADO :´(
ResponderEliminar¿Tú crees que me puedes hacer estos capítulos a mí?
Entre la película de "Todos Los Días De Mi Vida" y ahora tu capítulo tengo el salón de mi pobre abuela lleno de agua.
¿Sabes cómo has hecho sufrir al ver a Justin encerrado?
Me moría al leerlo, cuando consiguió salir me relajé pero el puto coche se quedó sin gasolina y a mí casi me de un ataque epiléptico al leerlo.
Y mi pobre _______ que se iba sin despedirse de Justin y yo pensaba: "Ahora la tonta esta se enfada con Justin y no le coge las llamadas y él se lía con la guarra esa en el Tour" (si te he dado la idea para los próximos capítulos me muero, NO SIGAS ASÍ LA NOVELA) bueno, seguimos hablando...
¿Y QUÉ PASA AHORA CON MI POBRE PAREJITA?
¿Seguirán siendo fieles, no? Espero que sí....
Y a mí que me ha encantado este capítulo, sobre todo la parte pastelosa como tres tartas de Oreo rebañadas en Nutella.
¿No vas a poner drama?
Me gusta el drama, pero mucho no, si pones bien y si no, también.
Yo pienso que ahora ___________ caerá en una mini-depresión y sus amigas la apoyarán porque la quieren mucho y Justin escribirá canciones a más no poder y yo lloraré con esta novela porque ES LO PUTO MEJOR DE ESTE MUNDO Y PUNTO.
Bueno, me voy despidiendo ya :)
Un beso con sabor a Oreo y un abrazo de Oso Amoroso <3
Atte: @CelesteDreams