{Capítulo 46}
La chica subía las escaleras con la respiración agitada a causa del miedo a la vez que la música de tensión iba en aumento provocando que yo intensificase aún más mi agarre. Por un momento pensé que iba a destrozar el almohadón al que me estaba agarrando, se había parado lentamente delante del armario del cual procedían los ruidos raros que habían llamado su atención. Tragué saliva sintiendo cómo el miedo me oprimía el pecho, no podía quitar los ojos de la pantalla pero a la vez era todo lo que necesitaba hacer en aquel momento. Tapé mi cara con las manos mirando la película a través de mis dedos mientras la protagonista abría poco a poco el armario.
- No lo hagas, no lo hagas, vete de ahí, corre, huye, qué miedo, ¿por qué lo hace?, yo me habría ido ya...
- ¿Te quieres callar? Me estas poniendo nervioso. - reía Justin desde atrás.
Estaba sentada en su cama, cruzada de piernas y la emoción de la película me había hecho adelantarme, de manera que había comenzado agarrada a Justin y había terminado dejándole apoyado en la cabecera de la cama mientras yo me había sentado sobre el colchón más adelante.
- ¿No se da cuenta de que no debe abrir el armario? - dije tapándome hasta la nariz con la almohada.
La protagonista rebuscó en el interior del armario, la música había cesado pero mi corazón aún iba a cien, removió un par de cosas para asegurarse de que no contenía nada extraño y cuando parecía que lo peor había pasado, al apartarse, la figura de un niño asiático pequeño, de piel azulada y ojos negros como dos pozos apareció por detrás y la música de fondo me sobresaltó haciendo que diera un fuerte grito y hundí mi rostro en la almohada asustada.
Pasaron un par de segundos y miré hacia atrás dándome cuenta de que Justin había cerrado los ojos manteniendo una sonrisa divertida seguramente por el susto que me había dado el maldito niño de la película.
- ¡Eso no vale! ¡Estas cerrando los ojos! - exclamé medio riendo y gateando por la cama en su busca. - Estoy sufriendo y tú cerrando los ojos, ¡me has dejado sola! - reí mientras me colocaba sobre sus piernas de cara a él para darle manotazos en el pecho.
- ¡Estaba pestañeando! - rió él aún más.
- Claro, un pestañeo que dura la película entera, ¿no?, ¡miedica!
Justin no podía parar de reír mientras escuchábamos de fondo los gritos de la protagonista que seguramente se habría dado cuenta de lo que tenía detrás. Él alargó el brazo cogiendo la carátula de la película de miedo que nos habían dejado las enfermeras.
- La culpa la tienes tú, la película ya da bastante miedo de por sí para que ahora tú la intensifiques con tus gritos. - me decía mientras examinaba la foto de la carátula. - ¿Quién hace una película de terror sobre niños azules y mujeres azules con un pelo infinito y mortífero que además hace un ruido con la garganta que lo único que parece es que esta haciendo gárgaras? Sólo los japoneses. - reí aún más mirándole leer el título.- Ju-On, La Maldición.
- Tendríamos que haber visto El Diario de Noa, te lo dije. - insistí tendiéndome a su lado y poniéndo mis piernas sobre las suyas para tenerlas en alto.
- Si hubiéramos visto El Diario de Noa mis ojos estarían cerrados y no precisamente por miedo.
Le miré arqueando una ceja y él cogió mi mano acercándola a sus labios para depositar un suave beso en ella sin dejar de lado su expresión divertida.
- No me hagas la pelota, pienso contar por twitter que te has asustado más que yo con una película de miedo.
- ¡Qué mentira!
Reí apoyando mi cabeza sobre su hombro cuando el iPhone de Justin comenzó a sonar desde la mesita de noche que estaba a mi lado. Lo cogí para dárselo y pude ver ''Mamá'' en la pantalla de llamada antes de que él lo cogiera y lo descolgara.
- ¿Hola? Dime... ya estoy mejor, _____ y yo estábamos viendo una pelíc... - guardó silencio durante unos segundos hasta que el murmullo que podía escuchar al otro lado de la línea cesó. - Bueno, técnicamente fui, aunque no entré, pero... - el murmullo volvió a cortarle y esta vez duró mucho más y me pareció que hasta eran gritos. - ¿Qué? Pero si no es ni necesario, no me duele y no he tenido ningún... vale, vale, cálmate... Sí, esta a mi lado, ¿por qué? - y me miró con algo de temor en la mirada, no sabía cómo tomarme aquello, la verdad. - Pero... - cerró los ojos y tras unos segundos me tendió su móvil. - mi madre quiere hablar contigo.
Me señalé mostrándome extrañada y él asintió con cierto fastidio antes de que yo cogiera el teléfono.
- ¿Pattie?
- ''Hola cariño, ¿me haces un favor?''
Miré a Justin que me observaba inexpresivo, ¿tan grave era?
- Por supuesto, ¿qué ocurre?
- ''Verás, Justin me prometió hace casi cuatro meses que iría a su cita en el dentista porque le iba molestando la muela desde hacía tiempo, desde que le dije que tenía cita no se volvió a quejar, y como no estaba con él, no pude saber si había ido, y bueno... me ha llamado hoy su dentista preguntando cuándo me venía bien ya que había faltado a su última cita, y me he asombrado ya que mi querido hijo me aseguró que había ido.'' - me tapé la boca con la otra mano tratando por todos los medios de no reírme y ví cómo Justin me miraba exhalando un suspiro de desesperación. - ''Necesito que hagas de niñera y supervises que vaya hoy cuando le den el alta, ¿podrás hacerlo por mí?''
- No te preocupes, yo me aseguraré de ello. - respondí, y tras una breve despedida, colgué.
- Ni se te ocurra reírte. - me advirtió Justin.
~
- Tendrías que haber entrado con él, quizás se haya escapado por la puerta trasera y estemos esperando aquí para nada. - espetó Fredo mientras atacaba una bolsa de patatas fritas sobre el volante del coche.
- Ya he herido demasiado su orgullo, por eso preferí no entrar, porque sé que me hubiera reído. - esbocé una amplia sonrisa mientras continuaba con la mirada fija en la pantalla de mi móvil hablando con Christina y Helena. - Además, no se ha escapado, no es tan crío. - levanté la mirada y me encontré con la de Fredo a través del retrovisor que me observaba con una ceja levantada. - Ten un poco de fe.
Al poco rato, Justin salió de la consulta del dentista y se dirigió hacia el coche. Fredo y yo aguardamos hasta que entró y se sentó en el asiento del copiloto y le miramos en silencio pero él no dijo nada.
- ¿Y bien? - pregunté con una diminuta sonrisa.
Silencio.
Justin nos miró sin decir una palabra y frunci el ceño extrañada.
- ¿Cómo te ha ido? No ha sido para tanto ¿verdad? - insistió Alfredo en vano.
- No me puedo creer que te hayas enfadado por haberte traído, ¿tanto pánico le tienes al dentista? - le dije acercándome más a ellos desde el asiento trasero.
Pareció que vacilaba durante unos instantes y al final se decidió a hablarnos.
- Mie han hecio ud empazteh. - murmuró con dificultad. Creo que ni Alfredo ni yo logramos entender aquello a la primera, se creó de nuevo el silencio y Justin volvió a intentarlo. - Anstezia an la bouca. - señaló su labio el cual tenía ligeramente caído.
Alfredo y yo nos miramos durante unos segundos y al segundo siguiente estábamos riendo como nunca sobre nuestros asientos. Por un momento pensé que iba a explotar, cada vez que Justin abría la boca me daba un nuevo ataque de risa.
- Soiz lo peor...
- ¡Para por favor, me duele la barriga! - reía sin parar mientras Justin me dedicaba una mirada de pocos amigos.
Estuvimos todo los que quedaba de viaje de regreso a casa con las bromas, era un ataque de risa tras otro y la cosa no hacía más que mejorar al ver las expresiones que nos devolvía Justin. Él no hacía más que intentar acostumbrarse a la anestesia y era demasiado divertido verle hablar solo durante el camino y para colmo con media boca insensible. Cuando llegamos a casa, éramos capaces de entender más de la mitad de las cosas que decía.
El resto del día discurrió bastante tranquilo, aunque Ryan se lo pasó genial metiéndose con Justin, pero no hubo sobresaltos inesperados y los cuatro pasamos una tarde calmada en casa de Justin, a excepción de Alfredo que, a petición de nosotros, llamó de nuevo a Nora para intentar arreglar las cosas aunque no salió demasiado bien.
Ryan y yo sacamos los billetes por internet con destino a Canadá para dentro de dos días y aquello hizo que, de alguna manera, me agobiase. Sólo tenía dos días para estar con Justin antes de despedirme de él hasta Dios sabe cuándo. Sentí que necesitaba tomar el aire y, puesto que ninguno le apetecía salir, decidí despedirme por mí misma de Los Angeles.
Comencé a caminar sin un rumbo fijo, perdiéndome entre las anchas avenidas y acabé, sin saber cómo, en el mismo lugar donde por poco no me atropellan con una bicicleta. Me senté en uno de los bancos que había sobre la acera de cara a la playa e hice memoria. Aquel fue el día de mi cumpleaños, Justin me había llevado a dar un paseo por la ciudad, terminamos paseando por la playa, recordé entonces que comenzamos a discutir y él intentó abrazarme, fue cuando evitó que me atropellara una bici y terminé cayendo sobre él al suelo. Un suave hormigueo me recorrió el estómago al recordarlo. Pensé entonces en la fiesta que encontré al llegar a casa, a cuando él me pidió ir en serio con todo aquello. Caí en la cuenta de que en pocos meses había llegado a significar para mí lo que pocas personas en años, era de locos pensar que le necesitase tanto, era demasiado pronto para alejarme de Justin, aún había miles de cosas que no había descubierto sobre él y sentía que iba a echar en falta demasiadas cosas, pero a la misma vez, tenía que continuar con mi rutina, mi vida no podía continuar dando un giro de ciento ochenta grados cada vez que salía de casa, me iba a venir bien volver a Canadá, a mi instituto, con mis amigas, mi tía y las peleas diarias con el plasta de mi primo, también echaba de menos mi hogar, además allí podría investigar un poco más acerca de mi madre biológica.
De pronto, algo tapó mi campo de visión, alguien me estaba cubriendo los ojos desde atrás y me sacó bruscamente de mis pensamientos. Tenía las manos húmedas y al principio me asusté, pero después pude escuchar aquella inconfundible risa. Sonreí apartándo sus manos y me giré para mirarle.
- Al final, terminaré pensando que me sigues, Austin.
Él respondió con una leve risa antes de sentarse a mi lado. Llevaba puesto un bañador y chorreaba agua por todas partes, su pelo estaba revuelto señal de que se lo habría sacudido al salir del agua.
- Oye, esta playa esta muy cerca de mi hotel, tan sólo quería darme un chapuzón, pronto terminará el verano. - sonrió apoyando sus brazos a lo largo del respaldo del banco.
- Dios, no me lo recuerdes. - mordí mi labio contemplando lo que había a mi alrededor, admirándolo por última vez antes de irme. - En dos días me voy, no veré a Justin ni a los demás en un tiempo... - giré mi cara para mirarle e hizo un pequeño mohín. Reí ante aquel gesto y me acerqué para abrazarle de lado apoyando la cabeza en su hombro. - ni a ti tampoco.
Él correspondió al abrazo con mucha más fuerza y ambos nos quedamos allí abrazados durante unos minutos. De alguna manera, Austin me inspiraba confianza y seguridad, no tanta como cuando estaba con Justin pero se comportaba conmigo como si se tratase de una vieja amistad.
- Te voy a echar mucho de menos pequeñaja, prometo que si pasa demasiado tiempo y no volvemos a encontrarnos, voy a por ti. - me susurró. - ¿Hablaremos por internet?
- Claro que sí, resultaré hasta pesada, y atrévete a no responderme. - le señalé con el dedo índice en un gesto de advertencia y él arqueó una ceja divertido.
- Como si fuera capaz de no responderte a algo...
Me observó en silencio durante unos segndos y finalmente exhaló un profundo suspiro, volví a intensificar mi abrazo apoyando esta vez mi mejilla en su torso desnudo.
- Yo también te echaré de menos, prométeme que vendrás a verme, ¿vale?
- Te lo prometo, de veras que lo haré. - Me separé un poco de él para mirarle sonriente, realmente iba a añorar a aquel chico. - ¿Sabes una cosa? - me dijo de pronto. Yo me encogí de hombros mirándole y el miró hacia abajo con una sonrisa nerviosa, como si se estuviese dudando si continuar hablando. - Cuando nos conocimos he de admitir que me gustaste un poco.- Levanté las cejas sorprendida sin poder evitar una leve sonrisa burlona. - Pero claro... tenía a Justin Bieber vigilando cada cosa que hacía, supongo que él llegó antes que yo.
- ¿Te gusté en la gala de premios? - le pregunté aún sin poder creerlo, él asintió mirando hacia otra parte con una sonrisa divertida, no pude evitar soltar una leve risa.
- No te rías, eras la primera chica que me encontré en ese sitio que no me pareció una estirada.
- Tomaré eso como un halago, supongo. - arrugué la nariz haciéndome la ofendida. Austin rió volviendo a echarme el brazo tras los hombros y le miré sonriendo durnte unos segundos. - Intenta no olvidarme, eh.
- ¿Estas de broma? - dijo mirándome como si no se creyese que lo hubiera dicho en serio. - Tú tampoco te olvides de mí, ya sé que no nos volveremos a ver en un tiempo, pero quiero que sepas que estaré disponible para hablar cada vez que lo necesites, y espero que os vaya increíblemente bien a ti y a Justin, hacéis una buena pareja, y eso de que le conocieses como una fan, he de admitir que es realmente...
- Lo sé, no es algo que uno vaya contando por ahí todos los días.
- Siempre me tendrás, ¿de acuerdo, enana? y recuerda que como te haga daño, me dará igual que tenga tantos número uno, terminaré con él.
Comencé a reír al escucharle hablar de aquel modo, Austin era un verdadero encanto, con que se mostrara tan natural como lo hacía conmigo y enseñara aquella sonrisa complementada con el verde claro de sus ojos, tenía asegurada a más de una chica.
- Venga ya, pero si me dijiste que empezaba a caerte bien.
- Tú me caes mejor.
- Y cuida bien de Lily, dile que la echaré mucho de menos y que cada vez que compre ropa interior me acordaré de ella.
La sonrisa de Austin se esfumó completamente y yo reí negando con la cabeza.
·Narra Justin·
Sentía cómo la saliva se me escapaba por la boca sin previo aviso y mojé mis labios con la lengua notando cierta repulsión al no sentir la zona que me habían dormido.
- ¿Cuánta cantidad de anestesia me ha puesto ese hombre?
Arrastraba las palabras y la broma aún les hacía gracia a los chicos, aunque había logrado mejorar bastante. Ryan estaba tirado sobre el sillón molestando al gato que intentaba desesperadamente dormir sobre su regazo sin conseguirlo.
- ¿Sabes? Este gato esta triste. - saltó de pronto girando la cabeza de Tuts para que mirase en mi dirección. - Mírale la cara, seguro que fue por no llamarle Bigotes.
- Seguro. - dije con ironía dejándome caer sobre el sofá y tapándome la cara con mi antebrazo.
Sentía una enorme opresión en el pecho desde que Ryan y _____ habían decidido sacar los billetes para dentro de dos días, no dejaba de darle vueltas a la cabeza, en los últimos días habíamos ido de problema en problema, siempre que lograba hacer que ella se divirtiera, ocurría algo que lo estropeaba.
- Tengo que hacer que estos últimos días sean increíbles, Butsy. - dije aún con la cara tapada.
- Pues no salgáis de casa, aquí no tendréis ni fotógrafos acosadores, ni exnovias malvadas, ni mánagers enfurecidos.
- ¿Cómo voy a hacer que ella disfrute sus últimos días conmigo si no puedo ni salir de cas...? Espera, ya sé. - me aparté el brazo de la cara incorporándome un poco.
- Tío, eso es de viciosos.
- No me refería a eso, Ryan.
Escuché entonces el sonido de la puerta cerrándose y unos pasos se acercaron al salón. Sonreí al reconocerla simplemente por el sonido de sus pasos. Me giré hacia la puerta y la encontré apoyada en el marco de ésta para poder desprenderse de sus zapatillas. Poco a poco se acercó a mi sofá por detrás y apoyé la cabeza sobre el final del respaldo doblando mi cuello hacia atrás para poder verla. Se asomó entonces a mi campo de visión y esbozó una tímida sonrisa para, finalmente, posar sus finos labios sobre los míos del revés. Al principio pude sentir cierto cosquilleo debido a la anestesia, pero al cabo de unos segundos me acostumbré. Me besó con tanta dulzura que creí estar a punto de volverme loco por millonésima vez, aquello sí que era un verdadero vicio. Acariciaba sus labios con los míos muy lentamente mientras que con la punta de sus dedos me sostenía la cabeza.
- Bueno, ya esta bien, subid a la habitación y así me ahorráis la escenita. - nos cortó Ryan de pronto poniéndose al gato en la cara para taparse los ojos.
Ella se separó unos milímetros y quise volver a unir sus labios a los míos e insistir en que no le hiciera caso pero ya no podía estirar más mi cuello. _____ se acercó a mi mejor amigo cogiendo a Tuts en brazos y dirigiéndose de nuevo a la puerta sacándole la lengua cuando estaba a punto de desaparecer por ella.
- ¿Qué haces? - se incorporó Ryan del sillón.
- Salvar al gato.
- Ese gato me adora.
- Claro... oye, estoy exhausta, voy a la habitación ya, ¿vale? - esta vez me miró a mí dedicándome una sonrisa cansada. - Intenta no hacer mucho ruido cuando entres.
Faltaron segundos para que me pusiera en pie para ir tras ella y agarrarla por la cintura, su risa me atravesó de lleno y encajé mi cara en su hombro dándole un suave beso en el cuello a la vez que andábamos con cuidado hacia las escaleras.
- ¿Te ha sentado bien el paseo? - pregunté separándome de ella para subir los escalones.
- Mucho, he podido despedirme de Austin.
- Aún no me hago a la idea de que vayas a irte.
- Si lo ves por el lado bueno, después nos cogeremos con muchas más ganas. - dijo esto dándose la vuelta en mitad del pasillo y caminando de espaldas y de cara a mí sonriendo aún con Tuts entre los brazos.
- Yo siempre te cojo con ganas.
- Ah, ¿sí? - su voz sonó divertida y de pronto me la ví soltando al gato y echando a correr por el pasillo alejándose de mí.
Sin pensármelo dos veces comencé a correr tras ella, era bastante escurridiza, doblé una esquina y de pronto había desaparecido. Fui abriendo una por una todas las puertas que había en el pasillo preparado por si ella intentaba salir corriendo del interior de alguna de ella. Todo aquello me divertía y me excitaba a la vez, estaba claro que no podá haber encontrado a nadie mejor que ella, cada momento que vivíamos juntos me hacía sentir como si fuese un chaval normal el cual no tiene a medio mundo observando cada uno de sus movimientos, era como si con tan sólo mirarla el mundo cambiase repentinamente y ponía todo lo imposible un poco más al alcance de mi mano.
Estaba llegando a las últimas puertas cuando abrí una de ellas y me encontré a Alfredo sentado sobre la cama con la atención puesta en su portátil. Levantó la mirada en cuanto abrí la puerta.
- ¿Has visto a Brooks? - pregunté con la respiración entrecortada y una estúpida sonrisilla.
Alfredo se encogió de hombros negando con la cabeza y proseguí mi búsqueda en las siguientes habitaciones cuando de pronto escuché un fuerte golpe a mis espaldas. ____ salía corriendo de la habitación de Fredo entre risas volviendo por donde había venido. Miré a mi amigo que sonreía desde su cama y le señalé con el dedo antes de volver a echar a correr.
- ¡Traidor!
Ví cómo volvía a bajar apresuradamente las escaleras dirigiéndose al salón y me paré a pensar. Ella esperaba que la siguiera por el mismo sitio por el cual había entrado. Dí un rodeo a la cocina y pasé por la habitación donde guardaba los instrumentos incluido el enorme piano y eché un rápido vistazo al salón por el otro lado. La ví tas el sillón muy cerca de mí vigilando si volvía a entrar por la puerta principal y aguanté la risa cuando Ryan me miró desde la otra punta con una ceja levantada.
Sin aguantarme más, la asalté por la espalda dándole el susto de su vida, dio un fuerte grito por la impresión y yo la cargué a cuestas apoyando su estómago en mi hombro entre risas, sentí sus puños aporrearme la espalda.
- ¿Y tú eras la que estaba exhausta? - reí atravesando el salón con ella a cuestas.
- Qué manía con cogerme así, ¡bájame ahora mismo!
- Qué manía con pensar que eso me convencerá para que te baje cada vez que te cojo.
Comenzó a mover las piernas mientras pasábamos por el lado de Ryan que agarró el pelo que caía sobre la cara de _____ tirándo de él.
- ¡Ryan!
- Encima de que me hacéis presenciar escenas vomitivas te quejas, no hagáis ruido, os lo suplico, mi habitación esta justo al lado.
- Eres un imbécil, Ryan. -reí continuando mi camino de regreso.
Subí cargando con ella por las escaleras y atravesé una vez más el pasillo hasta entrar en mi cuarto dejándola caer sobre la cama. Se tumbó sin dejar de reír extendiendo los brazos y me miró mientras me desabrochaba los pantalones.
- ¿Me pasas el pijama al menos? - me pidió.
Fui a buscar a mi armario entonces y saqué mi camiseta que tanto le gustaba usar para dormir, oficialmente era su pijama para estar por aquí, le servía como un camisón y me encantaba pilarla oliéndola. Se la dí en la mano antes de continuar desvistiéndome y cuando estuve en boxers me eché sobre la cama a su lado. De pronto me fijé en que no llevaba colgado de su cuello el colgante que le regalé y me resultó bastante raro, nunca se lo había quitado desde entonces.
- ¿Y tu colgante? - pregunté acariciando su garganta.
Ella bajó la mirada y se acomodó a mi lado dando un pequeño suspiro.
- Se rompió el día de tu concierto en el Staple Center, Ryan Good dice que va a intentar arreglarlo.
- No te preocupes, - susurré tomándola de la barbilla para que me mirase. - te daré una aún más bonita.
- No lo necesito Justin, me basta con tenerte a ti. - sonrió acariciando mi brazo muy suavemente.- Oye... - susurró arropándonos a ambos con la fina sábana. - ¿no te has preguntado nunca qué habría pasado si... si tú hubieses estado de mal humor el día en el que te ví a través del coche y no hubiese querido si quiera bajar la ventanilla? o si yo no le hubiera propuesto a mis amigas ir a verte salir del hotel, o si simplemente le hubieses dado a otra persona ese ticket de Meet&Greet?
Eché mi brazo sobre su cintura acariciándola con suavidad mientras la escuchaba hablar y aquello me hizo reflexionar.
- Habría cambiado muchísimas cosas... tú estarías en Canadá con tus amigos después de haber vivido el concierto, Ryan y Christina no estarían juntos, Helena y tu amigo Jace puede que tampoco, Katia no se habría vuelto a interesar por mi vida, habría echado a perder la oportunidad de cantar en el Madison Square Garden por quedarme dormido, no habría vivido ninguna de las cosas que han hecho que estos últimos meses hayan sido perfectos.
- Tuve mucha suerte de estar justo allí y justo en aquel momento, me muero sólo de pensar que puede que nada de esto hubiera podido pasar.
La miré durante unos segundos en silencio. Ella me quería. Por cómo era, había comenzado amando mi voz y había terminado haciéndolo conmigo al completo. Mi sueño desde que me enontraron en un vídeo en internet había consistido en continuar creciendo tanto en la músca como en persona, me había concentrado en mejorar cada día, en saber llevar una vida de locos, y hasta entonces no me había dado cuenta de que me faltaba algo, o alguien. Una persona que me ayudase a no perder la cabeza, con la que compartir toda aquella locura, que estuviera a mi lado mientras decidía la clase de persona que quería llegar a ser. Ella era lo que me había estado faltando, y la había encontrado.
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