{Capítulo 29}
·Narra Justin·
Eran ya las cinco y media de la madrugada, y visto que nadie había parado de beber decidí hacerlo yo a la primera copa, ya que se necesitaba al menos a una persona sobria que llevase el volante de vuelta a casa y aquello se estaba comenzando a descontrolar. Me sentí raro mientras pensaba esto, nunca había permanecido en un club preocupado sin beber y haciendo de niñera de otros.
Miraba cómo ____ se balanceaba de un lado a otro haciendo de vez en cuando alguna que otra mueca de dolor seguramente debida a los enormes tacones que llevaba. Alfredo se acercó a ella cogiendo su mano y haciéndola dar vuelvas bajo su brazo mientras ella reía descontrolada. ¿Cuántas copas se había tomado ya?
Ví cómo Ryan y Christina aparecían en aquel momento con otro par de vasos y sin pensármelo dos veces fui hacia allí y se lo quité a ____ cuando iba a llevárselo a los labios.
- Creo que por hoy basta.
- ¡Oye! Eso. Es. Mío. - me reclamaba a la vez que me daba suaves puñetazos en el pecho.
- Ya no bebes más.
- Sólo un poquito.
- Brooks mírate, casi no te tienes en pie.
- Jusssssssstin. - siseó ésta echándose hacia delante y apoyándose en mí acercando así su cara a la mía. De repente comenzó a reír sin sentido ninguno y yo arqueé una ceja. - Es que tengo tu disco en mi casa, qué gracia...
- Se acabó, nos marchamos a casa, ¡Helena! - levanté la barbilla buscando a los demás a la vez que rodeaba la cintura de ____ evitando que pudiera escaparse.
Al escucharme, ésta trató de resistirse en vano.
- Ni de coña tío, es temprano, y esto es una pasada, quédate. - insistió Ryan algo demasiado feliz, para variar.
- Llamad a un maldito taxi, pero yo me llevo a ____ ahora mismo.
- No, no lo harás... - ronroneó ella rodeada por mis brazos y rozó sus labios contra mi cuello. - Por favor...
Comenzó a darme suaves mordiscos y pasó a besarlo muy despacio desarmándome por completo. Cerré los ojos y entreabrí los labios exhalando un leve suspiro. Joder, el contacto de sus labios con mi piel hacía que ardiese y provocaba suaves corrientes eléctricas que bajaban rápidamente haciendo despertar a mi colega. Tragué saliva reuniendo fuerzas para romper aquel excitante contacto y me agaché cargándomela al hombro con su estómago sobre él. Escuché cómo soltaba un agudo grito de sorpresa y no pude evitar sonreír divertido mientras colocaba mi mano sobre la frotera entre su vestido y sus piernas desnudas llevándomela hacia la salida.
- No volváis muy tarde.
- ¡Bájame ahora mismo! ¡¡Socorro!! ¡Suéltame! - gritaba a la vez que golpeaba mi trasero, definitivamente, estaba borracha.
- ¿Quién es el aburrido ahora? - reía ___ a la vez que arrastraba las palabras desde el asiento del copiloto mientras yo conducía de vuelta a casa.
No pude evitar reprimir una leve sonrisa disfrutando de la diversión que me provocaba verla en aquel estado, el alcohol la hacía soltar por la boca cualquier cosa que se le ocurriera, algo a lo que no estaba muy acostumbrado a apreciar en ella. Normalmente era extremadamente cuidadosa con todo lo que decía.
- Yo, yo soy el aburrido.
- Y aguafiestas.
- Y aguafiestas también.
- Y estas condenadamente bueno.
Solté una sonora carcajada sin apartar la vista de la carretera al escuchar aquel comentario, y pude notar los efectos físicos que tuvieron aquellas simples palabras sobre mí. Esta chica iba a acabar conmigo.
- Voy a tener que emborracharte más a menudo.
Pasados unos minutos conseguimos llegar a casa sin ningún sobresalto por el camino, he de confesar que me tuvo con el corazón en un puño todo el tiempo por si le entraba la necesidad de vomitar, más de una vez había tenido ese incidente con mis amigos. Salí del asiento del conductor y fui en su busca.
Poco a poco caminamos hacia el interior de la casa, sostenía a ____ por la cintura y ella apoyaba todo su peso en mí mientras subíamos las escaleras en dirección a su habitación. Para mi sorpresa, ella se paró en seco cuando pasamos por la puerta abierta de mi dormitorio y se agarró al marco de esta.
- ¿Qué haces? ¿Por qué te paras?
- Quiero quedarme contigo.
Una dulce corriente eléctrica me recorrió el cuerpo de arriba a abajo haciendo notar aún más la presión en mis pantalones y tragué saliva observándola con detenimiento.
- ¿Y el pijama?
- He dormido con tu ropa más veces. - respondió a la vez que mordía suavemente su labio inferior.
- ¿Quieres dormir entonces aquí?
- No, no quiero dormir.
De nuevo, aquella sensación me retorció las entrañas sacudiéndome con violencia y la lujuria tomó el control provocando que mi miembro se endureciera cada vez más por momentos.
- Estas borracha. - pude decir a media voz y no supe si aquella advertencia era para que ella misma se mantuviera firme o para autoconvencerme.
Se acercó muy lentamente observándome con cautela bajo sus largas pestañas y con una sonrisa inocente y me agarró por la camiseta rozando su nariz contra mi cuello. Joder, su contacto era fuego. Pude sentir segundos después su cálida lengua sobre mi piel y reprimí un leve jadeo. Llevaba demasiado tiempo deseándola y todas las emociones fluían en mi interior haciendo que cualquier contacto con su piel me excitase.
- Quieta. - ordené vacilante.
- Deja que me quede, por favor. - me suplicó.
Sus palabras me iban desarmando poco a poco, joder era mi novia, tenía todo el derecho. En aquel momento libré una batalla contra mí mismo. No, no era así como ella quería que ocurriese, ni yo tampoco. Ella dibujó un dulce camino de besos desde mi cuello hacia mis labios y se paró en ellos sonriendo con los ojos cerrados tal vez disfrutando de la sensación de tenerme a su voluntad, mierda, haría todo lo que me pidiera en aquel instante. Nuestras respiraciones agitadas era lo único que podía escucharse en la oscuridad del pasillo. Sin vacilar un sólo instante se lanzó a mis labios, devorándolos, casi con desesperación, y yo respodí a aquello con la misma pasión. Segundos después me agachaba cogiéndola en brazos y colocándola a horcajadas, sentí cómo se le subía el corto vestido enrollándose a la altura de su cadera y rodeó mi cuerpo con sus piernas. Me estaba volviendo completamente loco, nuestras lenguas se enroscaban en una excitante batalla, exploraba cada bendito rincón de su boca mientras ella se ocupaba de despeinarme y corresponderme entre suspiros. Mordía su labio, lo succionaba y lo lamía disfrutando al máximo de toda aquella libertad, había estado esperando demasiado para aquel momento.
Caminé tambaleándome hacia la cama y la tumbé cuidadosamente sobre el colchón colocándome sobre ella seguidamente. Millones de fuegos artificiales explotaban a nuestro alrededor, clavé mi erección contra su cadera a la vez que mis dientes se cerraban alrededor de su labio inferior y pude disinguir cómo un gemido ahogado brotaba de entre sus labios. Sonreí para mis adentros satisfecho y una dichosa voz comenzó a distraerme desde el fondo de mi cabeza a la vez que exploraba su cuello con mi lengua y mordía suavemente el lóbulo de su oreja.
'' ¿Es que acaso quieres ser el único que recuerde la primera vez que lo hicisteis? ''
Otra voz algo más dulce respondió a la vez que mis manos acariciaban sus caderas y se iban introduciendo en el interior de su vestido levantándolo a su paso, necesitaba hacerla mía en aquel mismo instante.
'' Y ¿por qué no? Ni que fuera la primera vez que lo haces. ''
Silencio. La tenía a mi voluntad, necesitaba desesperadamente sentirla y hundirme en ella, quería hacerla sentir bien, ¿por qué poner inconvenientes? ya había esperado bastante.
Noté cómo el brazo de ____ descendía lentamente desde mi nuca y recorría mi espalda sobre la tela de mi camiseta hasta llegar al límite de ésta, sacándomela rápidamente por encima de la cabeza y tirándola al suelo. Se aferró a mi espalda impulsándose para rotar sobre el colchón colocándose sobre mí. La miré con sorpresa sintiendo su peso encima y observé cómo ella me miraba juguetona mordiendo suavemente su labio inferior. Creo que los pantalones me van a estallar de un momento a otro. ¿Y ella era la inexperta?
Con cierta torpeza, consiguió deshacerse de su vestido quedando cubierta únicamente por su ropa interior. La contemplé durante unos segundos notando el latir de mi corazón a tres mil por segundo y sentí la increíble necesidad de besar hasta el último bendito centímetro de su cuerpo, era realmente preciosa, sin duda alguna, aquello era el paraíso. Levanté mis manos con intención de hacer algo más que mirar pero rápidamente ella me bloqueó incorporándose sobre mí y reteniendo mis manos contra el colchón.
Su pecho subía y bajaba con rapidez mientras se inclinaba lentamente comenzando a formar una fila de besos que empezó en mi clavícula y fue descendiendo lentamente por mi pecho hasta llegar a mis abdominales. Rozaba de vez en cuando su lengua sobre mi piel enviando fuertes señales hacia mi miembro, estaba al borde de la locura, su piel estaba caliente y hacía que la mía ardiese por cada roce, cerré los ojos excitado saboreando aquel mar de sensaciones. Joder esto era mejor que una maldita fantasía.
Cuando creí estar al borde del colapso de repente, todo paró.
Abrí los ojos aturdido y me la encontré de nuevo erguida sobre mí, se había llevado la mano a la boca y mantenía una expresión de asco. No. Pude escuchar el sonido de una pequeña arcada emergiendo desde lo más profundo de su garganta.
- ¡Ni se te ocurra!
Como si mi vida dependiera de ello, me la quité de encima y la cogí en brazos corriendo hacia el cuarto de baño, abrí la tapa del váter y ella se arrodilló expulsando en tan sólo segundos todo el mal que había bebido durante la noche. Recogí su pelo apartándolo de su cara y la observé conteniendo mi respiración, es increíble que hubiese estado a punto de arrebatarle su virginidad en aquel estado. Cada vez que parecía haber terminado, volvía a la carga haciendo que mi sensación de culpabilidad fuese en aumento. Cuando por fin pareció que la tortura llegaba a su fin, la recogí del suelo con cuidado, estaba medio dormida.
- Lo siento, Brooks. - susurré mientras la aupaba en mis brazos y me la llevaba de vuelta a la cama.
Con mucho cuidado, fuí dejándola caer de nuevo sobre el colchón y la observé durante unos segundos.
Dormía plácidamente como si nada hubiera ocurrido y aquel pensamiento provocó que esbozara una breve sonrisa. No, definitivamente no hubiera sido capaz. Qué demonios, esperaría lo que fuese por ella, me bastaba con asar tiempo con ella. Me había comportado como un gilipollas, esto me pasa por estar tanto tiempo con Ryan.
Me dirigí a mi armario y saqué una de mis camisetas oficiales de hockey del equipo de los Toronto Maple Leafs, eran anchas y cómodas, y podían valerle como pijama. Cuando regresé a la cama, ____ continuaba durmiendo y con cuidado de no alterar su sueño, me senté a su lado contemplándola. Me iba a asesinar a la mañana siguiente.
Incorporé un poco su cuerpo poniéndole mi camiseta y cubriéndola con ella, la tela le llegaba un poco por encima de las rodillas.
Me deshice de mis pantalones lanzándolos al mismo sitio donde momentos antes, ella había dejado caer mi camiseta y me acomodé a su lado y al sentir el movimiento se removió pegándose un poco más a mí. Yo agradecí su contacto pasando mi brazo sobre sus hombros para mantenerla cerca, pude apreciar el constante latir de su corazón sobre mi costado, sonreí y besé su frente cerrando los ojos e inhalando el aroma que desprendía su pelo, olía a champú de frutas. Reí y la apreté un poco más. ¿Cómo había logrado cambiar mi mundo tan repentinamente? Lo cierto es que no me importaba en absoluto, lo único que tenía claro era que ahora que la había encontrado, nada lograría hacer que la dejase ir. Ella rompía todas las reglas, y eso era algo que me atraía, me asustaba, y me fascinaba al mismo tiempo.
Lentamente fui dejando que el sueño me venciera, y me dormí llevando conmigo la imagen de la camiseta de mi equipo favorito, el dulce aroma a frutas, y el sonido de unos pies descalzos caminando.
·Narra ____·
El sonido de un leve gruñido me obligó a abrir los ojos y justo en el momento en el que levanté mis párpados y la luz de la mañana me deslumbró, un fuerte pinchazo atestó contra mi cabeza haciéndome volver a cerrarlos hasta acostumbrarme. Traté de recordar una a una todas las acciones que había llevado a cabo la noche anterior. Mi sesión de belleza con las chicas, la discoteca, Chaz presionándome para que continuara bebiendo y... negro. Volví a hacer el esfuerzo pero fue en vano, no podía ser posible que no recordase nada. Mojé mis labios secos humedeciéndolos y notando un repugnante sabor de boca.
Sentí entonces que lo que tenía bajo la cabeza no era precisamente mi almohada y poco a poco me atreví a abrir los ojos de nuevo observando subir y bajar el pecho de Justin con calma, sonreí dulcemente y lo acaricié con mi mejilla levantando mi mano lentamente, separándola de la suya que había estado colocada encima, desde su abdómen hacia el pequeño tatuaje que mantenía un poco más abajo de la clavícula. Era una pequeña corona. Recorrí el contorno con la yema de mis dedos acariciándolo muy suavemente. Observé su cuerpo con detenimiento, estaba completamente libre de presión, su brazo tatuado al completo descansaba sobre sus abdominales.
Casi sin pensarlo levanté la mirada para verle dormir plácidamente mientras mantenía una expresión tranquila, aunque se removía en sueños de vez en cuando cosa que me hacía sonreír. Es muy guapo y... espera, ¿qué esta haciendo Justin en mi habitación?
Reí levemente para mis adentros y me fijé en la guitarra colgada un poco más lejos, aquella no era mi habitación, sino la de él. Mi sonrisa se fue esfumando poco a poco mientras iba encajando piezas. Bajé la mirada y ví que tan sólo me cubría una ancha camiseta de deporte.
- No cortes más... mi pelo... - balbuceó él por lo bajo mientras me mantenía a su lado rodeando mis hombros con su brazo.
No le di demasiada importancia a aquello y me incorporé de golpe a la vez que la idea de lo que pudo haber pasado la noche anterior rondó por mi cabeza, despertando así a Justin de su pesadilla.
- Mmmm... - se removió abriendo un poco los ojos y mirándome sin moverse- Buenos días ¿qué te p..?
- ¿Qué mierdas hago aquí? ¿Cuándo me he cambiado yo de ropa? ¿Y por qué estas...? - fui apagando lentamente mi voz a la vez que comenzaba a apreciar la marca que llevaba Justin en el cuello mientras él me sonreía levemente aún adormilado y con los ojos entrecerrados. - ¿quién te ha hecho eso?
- Veo que ya te encuentras mucho mejor. - rió él llevando su mano hacia donde le había señalado. - Pues parece que me dejaste un regalo anoche, cuando estas bebida te vuelves una verdadera fiera, Brooks.
Llevé las manos a mi cabeza cerrando los ojos mientras sentía que mi corazón estaba a punto de salir disparado e intenté recordar con todas mis fuerzas la pasada noche. Esto no me podía estar pasando.
- ¿No me vas a dar un beso de buenos días? No me merezco este despertar después de lo caballeroso que me comporté anoche. - me dijo con cierta diversión en su tono de voz.
- ¿Qué ocurrió anoche? - pregunté finalmente con el corazón en un puño y sin tener muy claro si quería escuchar su respuesta.
- No, no es lo que piensas, pero he de decir que estuve a punto de dejarte cruzar la línea, maldita sea, lamiste mis abdominales.
Yo me tapé la boca con las manos y él dejó escapar una fuerte carcajada antes de atraparme por la cintura para dejarme caer de nuevo a su lado en la cama.
- Eh, tranquila... dije que esperaría y es lo que pienso hacer, no te preocupes, no hiciste ninguna estupidez, no te quité un ojo de encima. - me guiñó dedicándome una leve sonrisa mientras volvía a envolverme entre sus brazos.
Sentí cómo toda la tensión acumulada durante a penas cinco minutos se iba liberando conforme hablaba y me dejé caer de nuevo en su pecho cerrando los ojos.
- No vuelvas a dejarme beber, en la vida.
- Seguro que si no hubieses bebido no te tendría aquí y ahora, tampoco estuvo tan mal... excepto en la parte en la que por poco no me vomitas en la cara.
Reí sin poder contenerme y cogí su brazo izquierdo acercándolo más a mi cara para poder observar de cerca cada uno de sus tatuajes.
- ¿Te gustan?
- Sí, pero terminarás cubriéndote toda la piel como continúes así.
- No exageres. - soltó una leve risa y bajó su cara regalándome un beso fugaz que terminó de despertarme. - ¿Desayunamos?
- Sí por favor, me muero de hambre.
Con esto último me dispuse a salir de la cama bajando un poco la camiseta de Justin que usaba a modo de vestido pero de repente sentí su fuerte brazo volviendo a tirar de mí hacia atrás y caí de nuevo entre las sábanas dejando escapar un leve grito de sorpresa.
- Te ves demasiado sexy con mi camiseta favorita, no puedo consentir eso. - susurró a mi oído a la vez que deslizaba sus dedos por mi cintura. - Además yo también quiero dejarte un regalo.
Su mano comenzó a moverse bajo mis costillas a la vez que rozaba mi cuello suavemente con su nariz, entonces comenzó una vez más su lenta tortura a base de cosquillas.
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Siguelaaaa :)
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