domingo, 26 de enero de 2014
Capítulo 56 - Inalcanzable.
{Capítulo 56}
·Narra Justin·
Era el tercer póster que arruinaba con el rotulador negro permanente que había encontrado en el escritorio de ____. Me aparté un poco de la pared para contemplar satisfecho mi trabajo. Había añadido un bigote y una pequeña barba a mí mismo y había dibujado algún que otro pequeño graffiti.
- A ver, voy a repasar todo desde el principio. - la escuchaba desde la otra punta de la habitación. Había prometido no molestarla durante el par de horas que iba a pasar estudiando y no había durado ni cinco minutos sin recibir sus quejas por ruido. Por poco no me mata al ver que estaba pintando el primer póster, pero al final terminó dejando que lo hiciera ya que así al menos no montaba escándalo. - ¿Qué es la física?
- La asignatura que siempre me suspendían en el instituto. - respondí sin mirarla si quiera mientras me sentaba en el suelo dispuesto a crear arte en un nuevo póster.
- Justin, déjame estudiar. - suspiró. - La física es...
- Lo que quiero tener contigo en esa cama y tú no me dejas. - volví a interrumpir oscureciendo algunos de los dientes de la foto y haciendo parecer que me faltaban algunos.
- Dios.
Reí y me volví para verla con ambos codos apoyados sobre la mesa y completamente cabizbaja delante de los libros. Era algo a lo que yo había dejado de estar acostumbrado hace mucho, pero por lo que recordaba, el tener que estudiar no era la sensación más agradable y más excitante del mundo.
Sin pensármelo, me levanté del suelo dirigiéndome hacia ella y coloqué ambas manos sobre sus hombros comenzando a masajearlos muy lentamente tratando de quitarles toda presión posible de encima.
Ví cómo _____ cerraba los ojos al instante y sonreí para mi interior al notar que comenzaba a relajar un poco más sus músculos moviendo mis dedos rítmicamente sobre sus hombros.
- Deberías dejarlo pasar, no tiene que ser un examen muy importante si lo ponen el último día de clases. - susurré agachándome mientras apartaba su pelo del hombro dejando visible la piel de su cuello y comencé a rozar mis labios sobre ella dejando suaves besos.
_____ dejó escapar un suspiro echando la cabeza a un lado para darme un mejor acceso y formé una fila de besos desde detrás de su oreja hacia su hombro mientras sentía cómo una oleada de calor me atravesaba por completo endureciendo ciertas zonas que llevaban demasiado tiempo dormidas para mi gusto.
- Justin, sí es importante... son las única asignaturas que estoy arrastrando durante este curso y necesito esforzarme al máximo. - dijo tratando de ser cortante sin conseguirlo lo más mínimo. - Tengo que estudiar...
Hice caso omiso a sus súplicas y giré su silla de estudio para ponerla de cara a mí mientras se mantenía sentada y yo apoyaba ambas manos en su escritorio acorralándola entre mis brazos mientras sostenía su mirada tratando de controlarme y de que no se notara lo mucho que deseaba ponerla sobre aquel maldito escritorio.
- Haberlo pensado antes de meterme en tu habitación, tienes que relajarte, y voy a darte más que eso... - murmuré a la vez que me iba acercando poco a poco hasta cerrar los ojos dispuesto a unir mis labios con los suyos. Estaba seguro de que tras ese beso no podría negarse, así que me lancé rápidamente esperando fundirme en su boca cuando mi cara chocó contra la palma de su mano. - Venga ya. - gruñí.
- Dame un par de horas hasta que termine de estudiar, ¿es tanto pedir? - suplicó con la respiración entrecortada.
Al menos sabía que había logrado provocar algún tipo de efecto en ella, y aquello conseguía dañar un poco menos mi orgullo.
Sin pensármelo dos veces y sabiendo perfectamente que me estaba comportando como un crío de tres años atrapé el subrayador amarillo chillón de su mano con la suficiente rapidez y me separé de ella jugando con el rotulador entre mis dedos.
- No pienso dejar que mi chica se sature con los estudios el mismo día de mi regreso. - e hice volar el subrayador para volver a atraparlo al instante jugando con él bajo una mirada de pocos amigos por su parte.
- Justin, devuélveme el subrayador.
- Devuélveme tú mis derechos. - repliqué fingiendo estar igual de serio que ella.
- ¿De qué demonios estas hablando?
- De sexo, ¿y tú?
- De mi subrayador. - contestó con un suspiro observándome con fastidio.
Sonreí con picardía mientras tiraba el rotulador hacia la otra punta de la habitación mojando lentamente mis labios y llamando así su atención, tenía mil y ún trucos guardados bajo la manga en lo que a seducirla se refería, estaba claro que terminaría por ganar aquel asalto y todos los que me viniesen, pero adoraba sacarla de sus casillas de aquella forma.
- Vamos a hacer una cosa... - le dije con un tono seductor. - Tú quieres aprender física, y yo puedo enseñarte, lo único es que en lugar de un libro, tendrás que manejar otras cosas... - algo en la expresión de su cara me dijo que no lo estaba haciendo demasiado bien, me miraba arqueando una ceja guardando silencio, como esperando a que continuara. - Así que... - carraspeé un poco tratando de improvisar al ver que no me ponía un sólo dedo encima. - sé buena chica y quítate esa ropa molesta antes de que te la arranque yo a pedazos.
Guiñé un ojo para finalizar sintiéndome orgulloso de mi estrategia y esperando a que pasara lo inevitable.
Lo próximo que vi fue la puerta de su cuarto cerrándose en mis narices.
- Estas perdiendo facultades, Bieber. - suspiré mordiendo el interior de mi mejilla mientras miraba fijamente la madera pintada de blanco de la puerta que me acababan de prohibir traspasar durante las próximas dos o tres horas.
- Tranquilo, seguro que esta en su semana de odiar a los hombres, - me giré para toparme de frente con Will que salía de su cuarto con un brazo cargado con un par de mandos de la Xbox y el otro con una bolsa de patatas fritas.- mi madre creo que también, me ha quitado las llaves del Porsche, ¿te hace una partida? - preguntó alzando un poco el brazo que sostenía ambos mandos.
- Semana de odiar a los hombres... - repetí para mí mismo arrugando el entrecejo.
- En realidad se manifiesta con un millón de síntomas contradictorios, pero ese es el que más efecto tiene. - dijo encogiéndose de hombros. - También es a semana del agotar las reservas de chocolate de toda la casa, la semana del llorar ''porque sí'', la semana del reír cuando te has cansado de llorar ''porque sí''... tiene muchos nombres, yo ya soy inmune a esa semana del mes.
No sabía si reír o llorar en aquel momento, me decidí por coger al vuelo el mando de la consola que Will me lanzó antes de encaminarse escaleras abajo hacia el salón.
·Narra ____·
Sentía mi cabeza a punto de estallar en mil pedazos mientras salía de mi habitación y a la vez sentía esa satisfacción tan placentera de cada vez que terminaba de estudiar del todo y podía permitirme continuar el resto del día sin volver a abrir un libro de texto.
Me dirigí a la cocina para llenarme un vaso de agua cuando comencé a escuchar gritos por parte de mi primo que provenían del salón. Estaba acostumbrada a ellos, podían significar dos cosas, o que había vuelto a romper algo con su jueguecito de hockey improvisado con un palo de escoba, o que acababa de ganar jugando a la consola. Pero esta vez se le unió otro grito de una voz que conocía demasiado bien.
Sonreí al encontrármelos a ambos casi comiéndose la pantalla del televisor donde sus pequeños soldados disparaban en un juego desagradablemente violento.
Justin estaba completamente despeinado, signo de que no había parado de pasarse las manos por la cabeza del nerviosismo, sonreía juvenil sentado en el suelo con las piernas estiradas hacia el frente y apoyando su espalda contra el sofá, un sillón más alejado se encontraba mi primo con la gorra de mi novio que tenía que echar hacia atrás para que no se le cayera en los ojos.
- ¡Joder! ¿Has visto lo que he hecho? - saltó Justin señalando la pantalla.
Reí llamando la atención de ambos que se giraron para mirarme, mi primo volvió a centrar su atención en el juego al segundo siguiente, pero Justin se quedó observándome con una dulce sonrisa que terminó de partirme por la mitad y me acerqué sentándome en el sofá, colocando las piernas a ambos lados de su cuerpo sentandome así detrás de él, un nivel más bajo.
- ¿Has terminado de estudiar? - me preguntó echando la cabeza hacia atrás apoyándola sobre el cuero del sofá y mirándome sin dejar de sonreír.
- Sí, ya he terminado, gracias a Dios. - reí acariciando ambos lados de su cabeza con mis manos y enterrando mis dedos en su pelo. - Y al parecer encontraste un pasatiempos mejor que pintar mis pósters. - arqueé una ceja tratando sin éxito parecer seria.
- Fíjate Justin, - nos interrumpió mi primo volviendo a quitarse la gorra de los ojos. - nos han trasladado a una ciudad donde se ha concentrado la mafia, la ciudad fue arrasada por un tsunami y esta todo destrozado.
- Mola. - respondió él volviendo a incorporar su cabeza hacia la pantalla.
Yo ahogué una pequeña risa, mirándolos a ambos y continué acariciando el pelo de Justin, era increíblemente suave.
- Pues si yo viera que un tsunami viene hacia a mí lo primero que haría sería atarme a la base de una palmera bien gorda y resistente hasta que pase. - espetó mi primo absorto en las instrucciones que debían seguir en el juego.
- Te ahogas. - respondí mirando también la pantalla.
- No, pero... - replicó él volviéndose hacia a mí. - es verdad. - musitó arrugando la nariz.
- ¿Y de dónde sacas la cuerda? - se unió Justin.
- Vale, ya lo pillo, no me pidáis consejo cuando venga un tsunami, pero dejad de hundirme. - se quejó de nuevo y Justin y yo nos echamos a reír.
Pasaron unos segundos más en los que no dejé de revolverle el cabello castaño claro más de lo que ya lo tenía.
- Tienes un aspecto muy salvaje. - dije en un tono divertido acariciando suavemente su cuello con mis uñas cuando volvió a echar la cabeza hacia atrás para mirarme.
- ¿Te gusta? - sonrió él.
Yo reí y tras un leve asentimiento mis labios se posaron sobre los suyos comenzando una dulce y lenta danza entre ellos que llegó a cada una de mis terminaciones nerviosas. Gruñó por lo bajo sobre mi boca y aquello me hizo esbozar una levísima sonrisa al tiempo que continuaba besándole, sus labios, tan suaves y gruesos, hacían que el calor se extendiese por todo mi cuerpo mientras él soltaba el mando de la consola para acariciar mis piernas. Su contacto era fuego. Volvió a gruñir.
- ¿Ahora tienes complejo de león? - sonreí separándome unos milímetros para admirar sus ojos mientras pasaba mi lengua por los labios para guardar su sabor. - Aunque con ese pelo...
Reí separándome de golpe de su cara al ver que se incorporaba y me tumbaba sobre mi espalda en el sofá colocándose encima e inmovilizando mis caderas con su cuerpo mientras me miraba desde arriba con aire juguetón.
De pronto el sonido de la televisión mientras el juego de disparos seguía en marcha aumentó considerablemente, advertí que mi primo mantenía una expresión de asco como si temiera apartar sus ojos de la pantalla aunque sólo fuese por un segundo. Mi sonrisa se atenuó y volví a mirar a Justin, tenía cierto brillo en sus ojos mientras me observaba.
- Oh no, Justin, conozco esa mirada, ni se te ocurra. - le advertí tratando de quitármelo de encima por todos los medios, al ver que no lo conseguía comencé a revolverme con brusquedad bajo su risa.
Tal y como había previsto, sus manos buscaron mis costillas comenzando una vez más uno de sus ataques de cosquillas y mi cuerpo se arqueó a la vez que estallé en risas sometiéndome una vez más a su dulce tortura. Trataba de agarar sus manos para pararle mientras movía mi cuerpo con brusquedad bajo el suyo encogiendo mis piernas y dándole rodillazos en el trasero suplicándole a gritos que parase.
Cuando quise darme cuenta las cosquillas habían sido reemplazadas por el ardiente contacto de sus labios sobre mi cuello, su cuerpo se había erguido sobre el mío en posición horizontal y el calor que desprendía, elevó la temperatura del mío. Mi corazón, que ya de por sí se había disparado por el ataque de cosquillas, volvía a acelerarse debido a la excitación. Sus manos vagaron bajo mi camiseta encendiéndome por cada caricia. Estaba tan dispuesta que lo sentía hasta en la punta de los pies.
- Bueno, ya esta bien. - escuché un carraspeo por parte de mi primo y en seguida reaccioné apartando la cara de Justin de mi cuerpo tapándola con la palma de mi mano y empujándolo hacia atrás a la vez que me incorporaba en el sofá.
Demonios, había olvidado por completo la presencia de Will a nuestro lado, maldije a Justin durante unos segundos mientras trataba de recuperarme del apuro.
Éste me miraba aturdido, parecía como si acabase de despertarle de un sueño y miró a mi primo con la misma expresión.
- Puedo soportar que manosees a mi prima delante de mis narices como si no quisiera hacer un placaje contra vosotros dos, pero de ahí a que tenga que aguantar viendo cómo os lo montais... - su expresión hizo una mueca de disgusto dirigiéndole a Justin una mirada de advertencia. - El coche es una pasada, pero eso no me impide romperte un jarrón en la cabeza. - arqueó una ceja y me dedicó una mirada de reproche después de esto.
No podía creer que mi primo de dieciséis años estuviera sarmoneándome.
- Lo siento, chaval. - se disculpó Justin aclarándose la garganta, por su expresión parecía estar tratando de ocultar su diversión a toda costa. - ¿Seguimos jugando?
Entreabrí la boca arqueando una ceja y le di un suave empujón antes de levantarme del sofá bajándome la camiseta y tratando de recomponerme de aquella revolución de hormonas. Él se giró hacia a mí, esta vez sin ocultar su sonrisa, aunque pude advertir cierta oscuridad en su mirada.
Sí era cierto que Justin y yo habíamos pasado meses separados el uno del otro tras haber estado todos y cada uno de los días despertando juntos en la misma cama, pasando cada minuto del día juntos y haciendo lo que nos viniera en gana cuando queríamos. Había sido como pasar del Sahara a la Antártida en cuestión de un segundo, y ahora estábamos perdiendo la cabeza con tan sólo un par de roces.
- Yo voy a darme una ducha, cuando terminéis ayuda a Justin a montar el sofá-cama para que pueda estar listo antes de que tía Caroline llegue del trabajo y no tenga que hacerlo ella, ¿vale Will? - este esbozó una sonrisa de satisfación al escucharme mientras continuaba viciado a la consola. Justin en cambio hizo desvanecer todo rastro de diversión de su cara.
Le guiñé un ojo antes de encaminarme hacia las escaleras.
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