domingo, 23 de febrero de 2014

LA NOVELA SE TRASLADA A WATTPAD.

Pues como avisé en el capítulo anterior, voy a trasladar mi novela Inalcanzable a Wattpad, ya que es un sistema que es más cómodo para todos. Para mí porque puede darse a conocer por más personas y porque no hace falta avisar a los lectores por twitter, y para vosotros porque podéis tener la novela agregada a la librería y saber en qué momento subo capítulo y leerlo cuando queráis. Como sé que hay algunas que no entienden este sistema voy a poner cómo funciona la aplicación de manera que podáis utilizarla, y estoy segura de que incluso os puede llegar a gustar más leerla allí que en el blog.

PAUTAS PARA PODER LEER LA NOVELA EN WATTPAD.

- Crearse una cuenta (esto creo que lo dominamos todas)
- Ir a la pestaña ''Descubrir'' y escribir en la barra de búsqueda ''hisbeliebeer''
- Ir a mi perfil y buscar en ''Obras de hisbeliebeer'' (allí encontraréis Inalcanzable como única obra)
- Pulsar en la obra y añadirla a tu biblioteca (en dispositivos móviles aparecerá un signo de +)
- Cuando este en tu biblioteca la pulsaréis y aparecerá desde la sinopsis, sólo tenéis que pulsar sobre las letras y aparecerá arriba la opción de votar, comentar y abajo una especie de símbolo con varias líneas paralelas, si le dáis ahí, podréis ir hasta el último capítulo que he subido.

Y de esa forma cada vez que entréis en la biblioteca tendréis acceso directo a la novela, y os avisará en el propio móvil cada vez que suba.

Si tenéis algún problema con la aplicación sólo tenéis que ponerlo en los comentarios y trataré de ayudaros, siento mucho las molestias y agradezco el esfuerzo de aquellas que van a pasarse a wattpad para continuar leyendo, un beso a todas.
- María @hisbeliebeer <3

domingo, 9 de febrero de 2014

Capítulo 58 - Inalcanzable.



{Capítulo 58}

El comienzo de un nuevo día volvió a abrirse paso con el sonido más molesto del mundo, mi despertador. Saqué el brazo de entre todas las mantas que tenía encima buscándolo a ciegas y estampé la palma contra el botón de apagado para que diera fin aquel tormento para mis oídos. Las siete de la madrugada, aún no se distinguían los primeros rayos de luz cuando saqué mi cabeza completamente despeinada de entre las sábanas y gruñí sintiendo que el haberme quedado despierta hasta tan tarde comenzaba a pasar factura.
Mi tía y Justin no habían dejado de charlar animadamente durante toda la cena, no me molestaba el hecho de que quisiera llevarse lo mejor posible con mi familia, pero había sido la primera conversación sobre ''Justin Bieber'' con mi tía en la que yo no había participado. Tampoco quise intervenir cuando a ella se le ocurrió contarle todas y cada una de las anécdotas graciosas que habían tenido lugar cuando yo aún tenía pañales, Justin se lo había pasado de miedo mientras yo y mi primo nos limitábamos a engullir en silencio.
Lo bueno vino al final de la noche, era muy tarde y todos decidieron irse a la cama, pude ver cómo Justin se envolvía en las toneladas de mantas de franela que mi tía le había proporcionado y se echaba en el sofá mientras yo me paseaba lavándome los dientes, pensé que él habría decidido dejarme descansar ya que aquella tarde habíamos saciado suficientemente el deseo. Pensé mal.
Por poco no me dio un infarto al sentir que alguien se metía en la cama detrás de mí.
Caminaba y casi me arrastraba por la habitación en busca de ropa mientras rememoraba la pasada noche con una leve sonrisa cuando mi móvil relegó a mi despertador haciéndome saber que acababa de llegarme un mensaje.
Me saqué rápidamente el pijama tirándolo a la cama y me embutí en mis vaqueros cogiendo una camiseta cualquiera y cubriéndome con un ancho jersey de punto beige.
Me colocaba mis botas marrones favoritas cuando mi móvil volvió a insistir. Suspiré irritada, aquel cacharro era como mi segunda madre.
Me di prisa en terminar de vestirme y corrí hacia el móvil abriendo los mensajes.

Tom: Rápido, ya estoy en la entrada. 7:09 a.m
Tom: Vamos ____, nos lo vamos a perder 7:11 a.m

Mierda, era viernes, lo había olvidado por completo.
Escribí que estaba a punto de salir a la velocidad de la luz, tan rápido que al teclado casi no le daba tiempo a asimilar las letras que marcaba y abandoné de nuevo el móvil sobre la mesa corriendo hacia el cuarto de baño.
Hacía poco más de un mes y medio que Tom y yo habíamos comenzado una tradición bastante tonta. Los viernes era el único día completo que Tom tenía libre, y en vez de utilizar sus mañanas para dormir a pierna suelta como haría cualquier ser humano en este planeta con jornada de seis días a la semana, madrugaba y se pateaba unos cuantos kilómetros con su vieja furgoneta para venir a mi casa. Antes de llegar siempre paraba en una pastelería para comprar un par de bollos y café caliente y los traía. Salíamos a la calle cuando aún era de noche e íbamos a la ladera del río, unas calles más abajo, a un viejo banco para desayunar allí mientras veíamos salir el sol.
Tengo que reconocer que cuando me lo propuso me reí en su cara creyendo que se estaba quedando conmigo, pero aquella se había convertido en una tradición que no podía faltar cada semana, ni si quiera me costaba levantarme a las siete cuando sabía que era viernes, los amaneceres en Canadá eran algo digno de presenciar, y aquello más una buena compañía y añadiéndole unos dulces, no estaba nada mal como forma para empezar el día.
Peiné mi pelo dando gracias al cielo por decidir que aquel día no iba a parecer tan rebelde como de costumbre y lo dejé caer por mis hombros con déviles ondas. Apliqué algo de base de maquillaje a mi cara  y alargué mis pestañas con algo de rímel para poco después salir disparada a por mi mochila y mi móvil.
Traté de hacer el menor ruido posible mientras bajaba las escaleras, allí nadie solía levantarse antes de las siete y media, aunque después terminara todo siendo un caos en la cocina sin faltar los gritos constantes por parte de mi tía hacia mi primo con las quejas acerca de llegar tarde.
Pasé por delante del salón y decidí ir a echar un vistazo. La sonrisa fue instantánea al verle dormir tan plácidamente envuelto entre las miles de mantas en aquella cama improvisada. Reí para mis adentros al advertir sus labios entreabiertos y me arriesgué a acercarme un poco más agachándome para depositar un dulce beso sobre sus labios rosados.
Salí de casa cerrando la puerta con el mayor cuidado posible y sonreí al verle sentado sobre las escaleras de la entrada de espaldas a mí.
- Bú. - exclamé sacudiendo sus hombros provocando que Tom diese un brinco.
- Ya era hora. - y su tan típica sonrisa con hoyuelos volvió a aparecer como de costumbre. - Vamos, se va a hacer de día.
Dejé que cargase con mi mochila en un hombro, lo hacía siempre que me veía con ese peso encima, yo solía reírme de él comparándole con los típicos británicos antiguos que iban de chaqueta a todos sitios y tomaban el té con el meñique estirado, aunque la ropa de Tom no era lo que se decía muy formal, pero tenía algo que le identificaba. Abrí la bolsa de la pastelería y pasé mi lengua por los labios al percivir un dulce aroma que hizo que mi tripa protestase.
- Pensé que estarías enfadado después de lo que pasó ayer. - confesé con preocupación mientras caminábamos.
- No pasa nada, es más que normal que te fueras con él, ha sido mucho tiempo sin verle. - se encogió de hombros sin mirarme. - Además no soy muy de enfados largos. - soltó una breve risa mientras miraba a ambos lados de la carretera para asegurarse de que podíamos pasar.
- Pero se te veía tan molesto... fue raro, nunca te he visto enfadado.
- Pues ya puedes decir que me has visto enfadado. - esta vez si me miró, arqueó una ceja y no pude evitar que su sonrisa me contagiase. - No le des más vueltas, no tiene importancia.
- Te compensaré el plantón, te lo prometo. - dije a modo de disculpa mientras rodeaba el que había sido renombrado como ''nuestro banco'' y me senté en un extremo subiendo las piernas y sentándome con ellas cruzadas mientras ponía la pequeña bolsa que contenía los dulces entre Tom y yo al lado de los cafés.
Él se quedó callado.
Me puse cómoda acurrucándome en aquel rincón cogiendo mi vaso para poder llevarme algo a la boca al fin.
- Menos mal que no te duran los enfados, no me hubiera gustado tener que prescindir de esto. - dije tomando un pequeño sorbo mientras admiraba cómo el cielo iba adquiriendo cierta tonalidad rosada reflejándose en el agua del río.
- ¿Prescindir de nuestra tradición? ¿estas loca? - hizo una bola con el papel en el que había venido envuelto el dulce y me la lanzó haciendo que ésta rebotara en mi cabeza.
Fingí enfado y le imité, pero mi mala puntería sumada a sus buenos reflejos hicieron que fuera en vano. Ambos reímos y continuamos con el desayuno mientras contemplábamos los primeros rayos de sol asomando por el horizonte.
- Tom, dime una cosa...
- Una cosa. - respondió relamiéndose.
- No, estúpido - reí levemente agachando un poco la cabeza inspeccionando el vaso de plástico de mi café. - ¿te cae bien Justin?
- Apenas le conozco, ni idea. 
- ¿Y si os presentara? - propuse levantando la mirada.
Él se limitó a abrir la tapadera de su café moviéndolo con el pequeño palito de madera.
- Pedí uno diferente esta vez, ¿quieres probar? - sonrió tendiéndome el vaso.
Estuve a punto de ceder, pero me di cuenta de que estaba volviendo a hacer lo mismo de siempre.
- No gracias, ¿me respondes?
El tomó un largo sorbo y pasó su lengua sobre sus labios humedeciéndolos antes de quedarse unos minutos en silencio rascándose la nuca.
- Ya nos presentamos ayer.
- Eso no fue una presentación si quiera, parecía que acababa de ocurrir una catástrofe.
Tom se encogió de hombros.
- Los británicos somos unos antipáticos estirados. - me lanzó una mirada divertida y parecía que estaba disfrutando mientras me contemplaba dejándome perder en su laberinto.
- Si tú eres estirado, yo soy Beyoncé. - le seguí el juego.
- Nah, eres mejor que Beyoncé. - me quitó la vista de encima restándole importancia, algo que agredecí verdaderamente ya que sentí cómo las mejillas comenzaban a arderme. 
Sin darme cuenta había vuelto a cambiar el tema radicalmente, decidí que no iba a insistirle más y continuamos con nuestras típicas bromas hasta terminar de desayunar. Cuando Tom recogió los vasos vacíos y demás basura en la bolsa que anteriormente había transportado los dulces, el sol ya se alzaba reflejándose en el río, y miré el reloj viendo que faltaban diez minutos escasos para que dieran comienzo las clases.
- Mierda, voy a llegar tarde, ya te enviaré un mensaje diciéndote qué tal el examen. - solté con apuro mientras me levantaba de un salto cogiendo la mochila.
- ¿Quieres que te lleve en la furgoneta? Llegarás en seguida. - se ofreció él.
- No creo que sea necesario. 
Una voz llamó nuestra atención a nuestras espaldas y ambos nos volvimos advirtiendo a Justin que se alzaba detrás de nosotros mirando a Tom con cara de pocos amigos con ambas manos metidas en los bolsillos de sus pantalones caídos.
- ¿Justin? ¿qué haces aquí? -pregunté sorprendida. - ¿cómo has sabido dónde estaba?
Él cambió la trayectoria de sus ojos hacia mí, aunque seguía teniendo aquella dura expresión.
- ¿Tanto te ha jodido que os haya interrumpido? - se escuchó la suave risa de Tom desde mi lado. - ¿qué mierdas te hace tanta gracia, capullo?
- Justin. - dije en un tono de advertencia acercándome a él, que continuaba con la mirada fija en Tom.
- Relájate guaperas. - el tono de Tom sonaba irritado pero su sonrisa no se había desvanecido ni un sólo instante.
Estaba empezando a cansarme, me sentía como una auténtica estúpida entre dos críos de tres años. Agarré el brazo de Justin, notando que sus músculos estaban en tensión y tiré de él tratando de llamar su atención para llevármelo de allí. Observaba a Tom como si fuese un mero insecto al que había que aplastar.
- Justin. - esta vez soné más autoritaria, no sé ni cómo lo hice, pero atraje su atención. - Basta, me lo prometiste.
- ¿Te encuentro haciendo manitas con este gilipollas y me vienes con promesas?
- No estábamos haciendo manitas, simplemente desayunábamos. - casi ladré.
Justin me miraba impasible, su pecho subía y bajaba más rápido de lo normal y sé que estaba haciendo lo imposible por no ir a por Tom en aquel mismo instante.
- Y señor gilipollas para ti. - advirtió mi amigo con cierto tono de burla mientras terminaba de recoger las cosas viniendo hacia nosotros.
Puse los ojos en blanco, no puedo creer que tenga que pasar por esto. Justin tensó su mandíbula y se volvió hacia él, ambos estaban peligrosamente cerca y yo continuaba agarrando el brazo de Justin como si así fuera a detenerle si Tom le sacaba de sus casillas.
- A ver si eres tan gracioso cuando ella no este delante. - le amenazó Justin.
- Yo siempre soy gracioso, hasta cuando no tengo el placer de estar haciendo manitas con ella. - Tom había borrado todo rastro de sonrisa de su cara y miraba a Justin desafiante.
Pude ver a simple vista cómo éste tensaba sus brazos montando en cólera dispuesto a abalanzarse sobre su contrincante y le empujé bruscamente consiguiendo llamar su atención. No traté de contener ni una pizca de rabia cuando miré a ambos incrédula.
- ¡Basta ya! - grité conteniendo la respiración, tal vez debiera contar hasta diez antes de hablar, pero ya que ellos jugaban por instinto decidí rebajarme a su nivel. - Sois los dos unos imbéciles, no quiero que vuelvas a dirigirme la palabra, ni tú - clavé mi dedo índice en el pecho de Tom que me miraba sorprendido. - ni tú... - miré a Justin y él entreabrió sus labios como yendo a decir algo pero las palabras continuaron sin salir.
Estaba demasiado furiosa con los dos como para ponerme a aclarar nada, así que agarré de nuevo mi mochila y con la cabeza bien alta, traté de escapar de allí con toda la dignidad que aún me quedaba. Como si se mataban cuando me hubieran visto desaparecer por la esquina, que les den.
No quise mirar hacia atrás mientras caminaba a paso ligero con intención de ir a clase, aunque no me hizo falta para saber que Justin me seguía por detrás llamándome para que parase. Crucé la calle y de pronto sentí su fuerte agarre en mi brazo.
- Brooks, por favor.
- Por favor tú, Justin. - me paré mirándole a los ojos, él se quedó callado, parecía que no sabía cómo tratarme en aquel momento.
- Ponte un poco en mi lugar. - murmuró.
- Joder, sólo estábamos desayunando, lo hacemos todos los viernes, es una tradición tonta. - me defendí. - ¿cómo supiste dónde buscarme?
- Me despertaron los gritos de tu primo, y cuando vi que no estabas tu tía me contó que seguramente estarías con ese.
- ''Ese'' se molestó en hacer que continuara sonriendo mientras te echaba de menos. - salí en defensa de Tom, sé que no la merecía, pero necesitaba con todas mis fuerzas hacer entrar a Justin en razón. 
- ¿Y aún me pides que no me preocupe?
- Claro que te lo pido, ¿es que no entiendes que te quiero a ti? ¿cómo puedes ponerte celoso a estas alturas, sabiendo que no necesito a nadie más? - casi lancé un suspiro de resignación al ver que rehuía mi mirada. - ¿por qué no eres capaz de confiar en mí? yo sólo te necesito a ti.
- Y a él cuando yo no estoy. - me reprochó en voz baja.
No pensaba seguir perdiendo el tiempo, sin un palabra más, volví a encaminarme al instituto escuchándo a Justin maldecirse a mis espaldas.


~

El despertador sería el sonido más odioso del mundo, pero si había algo peor era el dichoso timbre del cambio de clase, aunque todas mis quejas hacia él se esfumaban cuando significaba que las clases habían terminado.
- ¡LIBERTAD! - gritó Christina abriendo los brazos al salir por las puertas del edificio. - ¡Hace un día precioso!
- Esta nublado y nevará de un momento a otro. - rió Jace desde su lado.
- No más tutorías con la mutante, no más estudiar durante días, ¡SOY LIBRE! - y comenzó a dar brincos por delante de nosotros.
Esbocé una sonrisa que me ocupó toda la cara, no podía quejarme del examen, me había salido a la perfección, también había logrado contestar a las preguntas de clase, así que no veía motivo por el que mortificarme, pensaba pasar toda la tarde con las chicas aunque sabía que llegaría un momento en el que tendría que enfrentarme a Justin, pero no ahora.
- ¡Chst! ¡eh, bonita! 
O tal vez sí.
Helena y Christina se volvieron a la vez, yo en cambio puse los ojos en blanco y continué caminando como si no hubiese oído nada.
- ____, te llama Justin. - me avisó Christina.
Adiós a mi intento de hacerme la loca.
Me volví con cara de pocos amigos mientras los demás continuaban andando dejándome allí. Al darme cuenta me apresuré en seguir andando por la acerca mientras un coche escandalosamente brillante me seguía muy de cerca. ¿Por qué la acera tenía que ser tan estrecha?
- Buenas. - casi podía sentir su sonrisa divertida puesta en mí mientras trataba de ignorarle. - oye guapa, ¿eres de por aquí? me he perdido.
Mojé mis labios ahogando una sonrisa, aquel chico era imposible. No debía dirigirle la palabra, estaba enfadada y aquello no cambiaba nada.
- Soy Justin. - aceleró un poco más para captar mi atención y soltó una breve risa al ver que ocultaba una leve sonrisa, me maldije por dentro por no haber podido contenerla. - ¿cómo te llamas?
- Imbécil... - farfullé.
- Un nombre curioso el tuyo. - paró el coche y yo dejé de andar para mirarle arqueando una ceja. - ¿sabes? viniendo con el coche me he encontrado a un chaval muy arrepentido que parecía venir hacia aquí, lo veía muy dispuesto a recuperarte, le escuché decir que lo sentía muchísimo y que quería pedirte perdón por todas las tonterías que había hecho. - mi sonrisa se ensanchó todavía más. - Quería decirte que confiaba en ti más que en ninguna otra persona y te amaba más que a nada en este mundo, y también dijo que esta vez mantendría su promesa y te dejaría tu espacio, que haría lo que fuese por ti.
Mordí mi labio inferior en un intento fallido por reprimir una pequeña risa.
- ¿Todo eso le oíste decir? qué chico más dulce.
Levanté la mirada cuando Justin salió del coche acercándose a mí y rodeando mi cintura con sus brazos para acercarme a él, tan rápido me sacaba de mis casillas como volvía a hacerme sonreír como una tonta, había terminado por acostumbrarme y tampoco es que me hubiera costado, era nuestra forma de querernos.
- ¿Dulce? qué va, era un tío ridículo, se parecía mucho al gay ese de Justin Bieber. - sonrió rozando su nariz con la mía y coloqué mi mano sobre su pecho.
- Ahí te has pasado. - le advertí intentando parecer seria. 
Él sonrió y acopló sus labios a los míos haciendo que me temblaran las rodillas. Dejé que la intensidad del beso me evadiera junto con su aroma embriagador, su cálido abrazo me hacía sentir segura y lograba olvidar cualquier cosa que no fuera él en aquel mismo instante. Él sonrió sobre mis labios.
- Se va a llevar una gran decepción cuando venga y vea que andas morreándote con desconocidos, aunque no te culpo, todas caen a mis pies tarde o temprano.
Mordí fuertemente su labio inferior sin pensármelo dos veces y Justin soltó un quejido apartándo su boca de la mía sin soltarme. 
- Eso por creído. - susurré metiendo mis manos en el interior de sus bolsillos traseros.
- Pues me ha puesto a cien, debería creérmelo más a menudo. - sonrió mojando su labio y yo no pude evitar carcajear como una estúpida.
Él sonrió y pegó su frente a la mía mirándome directamente a los ojos, habían comenzado a amontonarse a nuestro alrededor algún que otro grupito de curiosos al darse cuenta de a quién tenían delante, pero a Justin parecía no importarle, en aquel momento no existíamos más que nosotros en el mundo.
Acarició mis labios con los suyos sin llegar a besarlos y noté los pequeños pelitos que salían de su bigote sobre mi labio superior, reí cerrando los ojos.
- Me haces cosquillas con esa cosa.
- Hmmm, ¿me estas diciendo que te gusta mi abundante bigote? - dijo él con una sonrisa juguetona.
- Bien, para empezar, si es eso lo que has escuchado necesitas ir a que te revisen el oído, - enumeré con los dedos viendo que Justin arqueaba una ceja. - y segundo te aconsejo que inviertas todo ese dinero tuyo en unas clases de lengua, porque se ve que no sabes ni el significado de la palabra ''abundante''.
- Lo que tú digas, pero no has negado que te gusta. - respondió y fue entonces cuando levantó la mirada siendo conscientes de que no éramos los únicos que seguíamos el hilo de la conversación. Volvió a mirarme y dulcificó su expresión un tanto. - ¿qué te parece si preparas tus cosas y nos ponemos en marcha hacia casa? No aguanto más sin verles.
Algo dentro de mí se encogió con tan sólo pensar que le había estado reteniendo durante más de veinticuatro horas a mi lado cuando prácticamente había pasado meses sin ver a su familia. Asentí y le eché los brazos al cuello para poder recuperar la conexión con sus labios.


El corazón bombeaba con fuerza contra mi pecho cuando Justin estacionó junto a una pequeña casa a las afueras de Stratford, me sentía una extraña allí cuando había visto crecer tanto a Jazmyn como a Jaxon Bieber, al igual que conocía a la perfección la apariencia de su padre Jeremy Bieber, sin embargo esta sería la primera vez que ellos me vieran a mí, y no era una sensación del todo agradable.
Bajé del coche sintiendo que mis piernas podrían pasar por gelatinas y me quedé mirando la fachada mientras oía cómo Justin sacaba las maletas a mis espaldas.
- ¿Preparada? - preguntó acariciando mi mano con la suya y entrelazando nuestros dedos. - Le pedí a mi padre que se vinieran todos a casa de mis abuelos, para que así pudieras conocerlos a todos de una vez, la casa será una jaula de locos pero al menos estarán todos mis seres queridos. - murmuraba contra mi oído hundiendo su nariz en mi pelo, aquello me relajaba un tanto, sabía que estaba esperando a verme segura de mí misma, entonces sonreí y asentí.
- ¡Jazmyn! ¿¡cuántas veces te he dicho que no metas la bici dentro de casa!? - la voz de Pattie me tranquilizó al instante.
De pronto la puerta se abrió de golpe dando un fuerte porrazo al impactar contra la pared y una niña de mejillas rosadas y pelo castaño salió empujando un triciclo rosa con una cesta de mimbre.
Noté que la mano de Justin se apretaba a la mía con fuerza y el corazón me dio un vuelco cuando la pequeña levantó la mirada hacia nosotros y los ojos se le iluminaron.
- ¡Hermanito!
La mano de Justin no duró mucho más agarrada a la mía, cuando quise darme cuenta corría hacia la niña levantándola en brazos y abrazándola como si le fuera la vida en ello. Jazmyn se había agarrado con brazos y piernas al cuerpo de Justin y reía apoyando su moflete derecho contra el hombro de su hermano.
- Princesa, te he echado mucho de menos... - oí que la voz de Justin se quebraba sin despegarse de Jazmyn y la respiración se me cortó.
Entonces Jazzy abrió los ojos y me miró durante algunos segundos sin decir una palabra, yo sonreí casi sin darme cuenta.
- Hermanito, hay una niña ahí. - le anunció ésta mientras me señalaba.
Justin se volvió hacia a mí y pude apreciar entonces que tenía los ojos llorosos, mordí mi labio inferior intentando aguantar la risa que me provocaba la cara de Jazmyn al ver que no me movía del sitio y me acerqué a ellos. 
- Mira Jazzy, ella es ____, es la chica de la que te hablé cuando te llamé la semana pasada, ¿te acuerdas? - le dijo Justin.
Ambos hermanos se echaron una mirada cómplice y Jazmyn abrió la boca a la vez que sonreía aún en los brazos de Justin dejando ver la emoción en su rostro.
- Ohh, ¿es ella? - Justin asintió ensanchando su sonrisa y su hermana pequeña me miró a mí para después volver a él. - Jiji. - se tapó la boca. - Es guapa.
- Te lo dije. - sonrió él.
Estuve a punto de morir de ternura en aquel mismo instante, me acerqué aún con algo de timidez y Jazmyn se revolvió para que su hermano la dejase en el suelo, justo después de hacerlo, ésta me cogió de la mano tirando de mí hacia el interior de la casa.
- ¿Quieres jugar conmigo? ¿hacemos una tienda de campaña?
- Jazzy, deja antes que descanse. - la riñó Justin.
Me metí en la casa siguiendo a Jazmyn algo inquieta, puesto que Justin se había parado a coger las maletas.
- ¡Papá, el hermanito esta aquí! - anunció la pequeña.
Cuando quise darme cuenta me hallaba rodeada por los seres queridos de Justin, todos vinieron a recibirnos y me presenté con educación aunque tenía más que claro cuáles eran los nombres de cada uno. Pattie me abrazó con fuerza y no dejó de sonreír ni por un instante, todos parecían felices de tener a Justin de vuelta. Éste, por su parte, parecía volverse loco con los pequeños.
La noche transcurrió con tranquilidad, cenamos alrededor de una larga mesa donde cada uno tenía una participación distinta en la conversación, los pequeños no dejaron de hacernos reír ni por un instante y todos nos opusimos a Jeremy cuando éste no quiso que se quedaran a dormir en casa de Bruce y Diane para, los abuelos de Justin, para estar junto a su hermano. Finalmente cedió y se despidió de todo el mundo dando las gracias y abrazando a Justin con fuerza.
Aparté la mirada del maratón de las películas de Rocky que habíamos preparado para aquella noche entre los pequeños, Justin y yo, y sonreí al ver a Jazmyn y a Justin completamente dormidos. Ella apoyaba la cabeza sobre los brazos con los que él la envolvía y él dejaba caer ligeramente la suya en mi dirección. Tenía los labios entreabiertos y algunos mechones despeinados le caían sobre la frente.
Me quedé observándole durante unos segundos más, verle dormir es una de las cosas más enternecedoras del mundo, pero si encima lo hace con su hermanita pequeña acurrucada entre sus brazos ya es el colmo de la dulzura. Casi daba pena tener que despertarle.
- Justin... - susurré acercándome con cautela tratando de hacer el menos ruido posible. - Justin...
Acaricié su brazo y deposité un dulce beso en la comisura de sus labios. 
Emitió un leve gruñido y abrió lentamente los ojos viéndome justo en frente de él, sus labios se curvaron.
- Me he quedado dormido... - afirmó con voz ronca volviendo a cerrar los ojos.
- También Jazzy - le informé bajando la mirada hacia Jaxon que se encontraba echo un ovillo en el suelo donde había construido un pequeño fuerte para ver la película. - y Jaxon, ¿los llevo a la cama y tú te vas poniendo el pijama?
- Llévalos a mi cuarto, no quiero despertar a mi madre, tú y yo dormiremos en la habitación de invitados.
Con mucho cuidado, atrajo a Jazmyn hasta apoyar su carita contra su pecho y se levantó sin hacer movimientos bruscos. Le imité y recogí a Jaxon del suelo dejando que acomodara su mejilla sobre mi hombro y fui detrás de él hasta llegar a una habitación cuyas paredes se hayaban adornadas por el símbolo de los Toronto Maple Leafs. Las estanterías estaban repletas de trofeos y medallas de hockey, y en las cómodas había decenas de fotos de Justin de pequeño con sus abuelos.
Sonreí para mis adentros al darme cuenta de que prácticamente me encontraba en el centro de la infancia de Justin. Sentí que éste me llamaba y reaccioné dejando a Jaxon sobre la cama junto con su hermana antes de que Justin les arropara con cuidado.
Después de cerrar la puerta con sumo cuidado agarró mi mano y me guió con él hacia la habitación de invitados.
- Son increíbles. - dije sentándome sobre la cama.
- Lo sé, no pienso perder ni un segundo con ellos mientras este aquí. - contestó Justin mientras abría mi maleta rebuscando hasta dar con mi pijama. - Ahora mismo no podría estar en un lugar mejor.
Aquello hizo que mi sonrisa se ensanchase y le agarré por la camiseta tirando de él hasta echarlo sobre la cama. Trepé por su cuerpo hasta dar con sus ojos y sonreí acariciando su mejilla bajo su dulce mirada.
- Jaxon es un manojo de nervios... - reí cuando él giró su cara sin apartar los ojos de mí para besar la palma de mi mano. - Y Jazmyn es más que preciosa.
- ¿Verdad que sí? - susurró mientras colocaba sus manos sobre mi cintura levantando muy despacio la camiseta para acariciar mi piel, su tacto provocó una corriente que me atravesó despertando toda clase de sensaciones.
- Sí que lo es, cuando crezca le aparecerán novios por todas partes... - reí al ver el cambio en su expresión al escuchar aquello y rocé mi nariz con la suya.
- ¿De qué hablas? Jazmyn jamás tendrá novio. - arqueó ambas cejas al ver la diversión que me producía verle así y comenzó a hacerme cosquillas. - No voy a dejar que ningún gilipollas toque un sólo centímero de su piel por muy mayor que se haga.
Me revolví entre sus brazos intentando no hacer ruido al reír pero me estaba resultando imposible. Lancé un suspiro de alivio cuando él paró con la tortura.
- ¿Y qué harás? ¿meterla en un convento? 
- No es mala idea..
Mordí mi labio inferior aguantando la risa y golpeé su pecho con suavidad. Él sonrió y me envolvió aún más en su abrazo acariciando mi mejilla con la punta de la nariz.
- Me hace tan feliz que estes aquí conmigo...
El corazón se me encogió al escuchar aquellas palabras.
- Ve acostumbrándote, no pienso ir a ninguna parte. 
Intensificó su abrazo y supe que aquello era lo más tranquilizador que podría haberle dicho nunca, tal vez necesitara que se lo recordasen más a menudo, quizás así no montaría escenitas cada vez que viera que algún chico se acercaba a mí.
El calor que me transmitía su cuerpo y el olor a Justin rodeándome hacía que poco a poco los párpados me resultasen cada vez más pesados. Me agarré a su camisa y acomodé mi mejilla sobre su pecho sintiendo el rítmico movimiento provocado por su respiración, estaba a punto de dejarme llevar por el sueño cuando su voz sonó dentro de mi cabeza.
- Brooks, ¿has patinado alguna vez sobre hielo? - negué lentamente con la cabeza a duras penas y sentí la vibración de una pequeña carcajada antes de caer dormida sobre el cuerpo de Justin.

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Espero que os haya gustado y siento haber hecho esperar tanto, se me echan los examenes encima.
Estoy pensando en cerrar el blog y poner la novela sólo en wattpad ya que es más cómodo y así no tengo que subir los capítulos a las dos. Si no tenéis wattpad podéis descagarlo y veréis que es mucho más cómodo ya que no hace falta que avise si quiera por twitter y puede leerse como un libro, no hace falta estar media hora buscando un capítulo antiguo... tiene muchas ventajas, pero si por lo que sea no queréis que cierre el blog, porque no podéis descargar wattpad o cualquier cosa, hacedmelo saber por twitter (@hisbeliebeer) o por los comentarios, y si el tweet del capítulo obtiene menos de 60 rts pasaré a wattpad.

Si quieres que te avise para el próximo capítulo vía twitter haz RT AQUÍ

domingo, 26 de enero de 2014

Capítulo 57 - Inalcanzable.



{Capítulo 57}

Love Me Like You Do sonaba en repetición a través del altavoz de mi móvil creando un ambiente relajante, el sonido del agua al salir por la ducha mezclado con el de la dulzura de su voz era una combinación perfecta.
Dejé caer mi ropa al suelo apartándola a un lado para evitar que se mojara y coloqué mi mano bajo el agua asegurando que estaba en su punto para meterme en la ducha.
Suspiré cuando el agua caliente moldeó mi cuerpo destensando todos mis músculos a su paso y dejé que me apartara en pelo de la cara cerrando los ojos y dejando que aquella voz me transportara por completo. Era una canción lenta, dulce y seductora. Estaba tan concentrada en cada una de las notas que hacían que mi piel se erizase que casi no me dí cuenta que la puerta acababa de cerrarse. Sentí al momento cómo unos brazos se cerraban sobre mi cintura atrayéndome hacia sí y sentí su aliento sobre mi nuca. No me hizo falta echar un vistazo a aquel brazo completamente tatuado para saber que aquella voz se había hecho real y rozaba su nariz contra mi cuello.
- Hold me tight and don't let go...
Esta vez la voz sonaba mucho más cerca, esta vez no procedía del altavoz. Sus labios rozaban mi oreja a la vez que el agua caía sobre nosotros con la única función de aumentar el calor que ya nos envolvía. Sus manos acariciaban mi piel creando fuego a su paso, cogí aire profundamente cerrando los ojos y echando mi cabeza hacia atrás para apoyarla en su hombro mientras sus caricias despertaban la parte más oscura de mí. Dejé escapar un gemido cuando una de sus manos alcanzó mi pecho envolviéndolo a la vez que su boca recorría mi hombro respirando pesadamente contra él.
Podía sentir su corazón bombear a diez mil por segundo a la vez que el mío cuando empujó mis caderas hacia sí y logré notar su miembro erecto contra mi trasero.
Gemí con más fuerza sintiendo cómo todos los estímulos que recivía terminaban concentrándose en un mismo lugar y le escuché jadear contra mi oreja.
- Te he echado tanto de menos... - dijo arrastrando las palabras mientras descendía su mano libre en la dirección opuesta que la otra, dirigiéndola hacia el vértice entre mis piernas.
Yo sólo pude soltar un jadeo debido a la excitación cuando él me volteó y pude ver su expresión hambrienta. Sus ojos color miel habían adquirido un tono más oscuro, sus pupilas se dilataron considerablemente al hacer un breve recorrido por mi cuerpo y tuvo que apoyar sus brazos sobre la pared dejándome a mí entre ambos. Nuestras respiraciones pesadas se confundían bajo el sonido del agua.
De nuevo, su cuerpo se apretó contra el mío y sentí cómo sus manos agarraban mis nalgas comprimiéndome con fuerza contra sí, entreabrí mi boca sin dejar de mirarle al sentir que su dureza aún mayor contra mi piel y el gruñó.
- Mierda Brooks, estoy a punto de correrme y ni si quiera has llegado a tocarme.
Sus palabras me atravesaron y de no ser porque me tenía bien sujeta hubiera jurado que las piernas habían comenzado a temblarme.
Cada segundo que pasaba la excitación ascendía a un nivel mayor, y sin poder soportarlo un segundo más me agarré a su nuca pegando un salto y rodeando su cintura con mis piernas.
Él respondió de forma voraz casi al instante y oprimió mi espalda contra la pared agarrando mis piernas y aplastando mi pecho contra el suyo.
- Eres preciosa, joder... - gimió.
Las dos últimas palabras se ahogaron cuando su boca aplastó la mía y sus manos me aferraron contra sí haciendo que mi piel se fundiera con la suya como si necesitara de ella para poder sobrevivir. Me besó con fuerza, fue desesperado y casi doloroso, setí deseos de poder guardar aquel beso en una botella y ser capaz de tomar un poco de él cada vez que quisiera. Me encendía por cada movimiento que hacía contra mí por muy leve que fuera.
Gemí en su boca al sentir que movía su cadera buscando desesperadamente su unión conmigo y le ayudé tirando fuertemente de su pelo cuando entró en mí.
Se movió y acto seguido gimió. Yo gemí más alto. Le estreché con fuerza entre mis piernas y subí las caderas un poco más para acoger el resto de él en mi interior.
- Dios. - suspiré echando mi cabeza hacia atrás disfrutando del cúmulo de sesaciones que estaba despertando al mismo tiempo.
Él movió las caderas y volví a gemir sintiendo que podría alcanzar el orgasmo en aquel mismo momento, parecía que disfrutaba haciéndome esperar de aquella forma, sus movimientos eran irregulares y lentos, la tortura era demencial y yo comenzaba a desesperarme.
- Joder, sí que estabas lista... - jadeó contra mi oído y yo tiré de su pelo haciéndole notar mi impaciencia.
Al ver que Justin continuaba con su pequeño juego, contoneé mis caderas y aquello hizo que se retorciera en torno a mí, no pude evitar clavar mis uñas en su espalda al ver que se apretaba aún más.
Entonces fue cuando comenzó a moverse con más fuerza, embistiéndome contra los azulejos de la pared mientras el agua caía sobre nuestras cabezas. Yo arqueaba mi cuerpo buscándole, clavando mis dedos en su piel y disfrutando de cómo me estaba haciendo sentir. Aceleró nuevamente el ritmo y esta vez ninguno de los dos pudo controlarse, por cada embestida hacía que me retorciera debido al placer. El sonido de mi cuerpo chocando contra la pared ya era constante.
Disfrutaba escuchando cada gruñido satisfecho cuando entraba y cada jadeo atormentado por cada vez que salía hasta que su voz sonó temblorosa muy cerca de mí.
- Vamos nena... - gemía en un tono grave. - córrete para mí.
Y sin poder soportarlo ni un segundo más me dejé llevar alcanzando el clímax a la vez que gritaba su nombre, disfrutando al máximo de esa última embestida.
No pude abrir los ojos ni en el instante en el que Justin decidió salir a duras penas dejándome de nuevo en el suelo con delicadeza. Era gracioso cómo podía tomarme de aquella forma haciendo que el suelo temblase a nuestros pies y después tratarme cómo si estuviera hecha de cristal ultra frágil.
- Justin, eres... - suspiré apoyándome en los fríos azulejos.
Él esbozó una sonrisa chulesca a la vez que se acercaba poniendo su frente sobre la mía aún con la respiración agitada y yo jadeé cuando volvió a atrapar mis caderas intensificando aquella sensación post-orgasmo.
- Dilo... - susurró mordiendo su labio inferior mirándome con un deseo creciente en su mirada.
- Eres... - sentí que iba a recaer en cualquier momento. No podía dejar de mirarle ni por un sólo instante, Justin era el mareo del que no quería reponerme.
Sonrió con suficiencia levantando su mano a mi mejilla y acariciándola con su pulgar mientras continuaba esperando.
- ¿Cuándo volverá tu tía del trabajo?
- Por la noche. - contesté sintiendo que el corazón volvía a despertar un ritmo acelerado.
- No me digas...
Su sonrisa se atenuó y de pronto me ví en sus brazos, dejando que me transportara completamente desnuda hacia mi habitación, no sabía cómo había sido tan tonta de pensar que Justin podría haber dejado las cosas allí.

~

Lancé un leve suspiro al aire rompiendo el silencio que habíamos creado tras el segundo orgasmo, me encontraba descansando sobre su pecho y sus brazos me rodeaban de forma protectora relajándome. Me acomodé sobre él y sonreí con la mejilla apoyada sobre su torso desnudo cerrando los ojos. Sus dedos comenzaron a acariciar entonces mi pelo completamente despeinado después de aquella segunda sesión de sexo. Puede que la separación durante aquellos meses hubiera resultado difícil, pero cuando se trataba de reencuentros Justin no paraba hasta que conseguía hacer que se olvidasen todos aquellos días separados.
- Dilo de una vez. - susurró con voz rasposa tras una leve risa.
Yo esbocé una enorme sonrisa apoyando mi barbilla en su pecho para poder mirarle a los ojos y él apartó un mechón de mi cara llevándolo tras mi oreja.
- Justin Drew Bieber, eres un dios.
- Hmmm dime algo que no sepa. - sonrió divertido mientras incorporaba su cabeza depositando un dulce beso sobre mis labios.
- Y un niñato creído. - arqueé una ceja dejándome caer a su lado en la cama.
Él soltó un breve suspiro como si el simple hecho de que mi piel se separase de la suya le provocase un profundo dolor y se giró hacia a mí tumbado de lado mientras nos arropaba con una fina sábana y colocaba su brazo sobre mi cadera para transmitirme calor.
- Di lo que quieras pero eres tú la que se ducha escuchando mi voz en una canción sobre ciertos temas... - dijo dedicándome una media sonrisa.
- Yo no... - me interrumpí a mí misma al darme cuenta de que acababa de pillarme y bufé con una expresión de fastidio.
Él se echó a reír.
- Una de las cosas que adoro de ti es que puedes hacerme olvidar toda la vida de locos que llevo con momentos como este. - sonrió acercándose a mí aún más y observándome detenidamente. - Sólo, sin cámaras alrededor, en Canadá de nuevo, en la casa de mi chica, en su habitación... - dijo echando un rápido vistazo a todos los pósters y productos con su cara. - por muy poco normal que sea... - añadió haciéndome soltar una leve carcajada y la cálida palma de su mano de ajustó a mi mejilla. - Me haces sentir como una persona normal y corriente, y me haces olvidar todo lo que se me echa encima diariamente, y es algo que necesitaba desesperadamente.
Mordí mi labio inferior sintiendo unas ganas inmensas de abrazarle, quería decirle que era capaz de encerrarme con él para toda la vida para cuidarle sin tener que dejar que se viera expuesto a ninguna de las cosas que le amenazaban desde fuera.
- Pues aquí me tienes, y me vas a tener siempre, a mí y a nuestra pequeña burbuja donde poder refugiarnos cada vez que todos ellos intenten hacerte caer. - susurré cogiendo la mano con la que acariciaba mi mejilla. - Eres mi mejor amigo y el chico del que me he enamorado, yo también me siento a salvo contigo, y sé que puedo contártelo todo, eres lo más importante para mí en este mundo Justin.
Y tras esta pequeña declaración, él me atrajo hacia sus brazos envolviéndome en ellos y me hice un ovillo hundiendo la cabeza en su pecho mientras notaba su barbilla sobre mi pelo tras haberlo besado con infinita dulzura.
- Al fin te tengo conmigo. - dijo en un susurro. Pasamos unos minutos así, yo sólo cerré los ojos para disfrutar de la calidez que su cuerpo me transmitía, siendo testigo en vivo del sonido de su corazón contra su pecho desnudo, pero entonces su voz ronca me despertó del pequeño trance. - Eh, Brooks ¿es esa tu madre?
Sabía de qué estaba hablando, levanté la cabeza y me giré para ver la foto que Tom me había dado de ella enmarcada sobre la mesilla de noche de la cama. Cambié de posición para poder coger el marco entre mis manos mostrándoselo a Justin que me abrazó por la espalda asomando su cabeza sobre mi hombro.
- Ésta es mi madre. - dije con cierto orgullo en mi voz sin poder evitar una leve sonrisa al ver la suya en aquella foto.
- Era increíblemente preciosa. - le escuché susurrar para poco después besar mi mejilla. - Se parecía mucho a ti.
De nuevo aquella extraña sensación que me agradaba y me hacía sentir rara al mismo tiempo, sonreí al notar el breve hormigueo que se produjo en mi estómago al escuchar aquellas palabras de los labios de Justin.
- ¿De verdad lo crees? - pregunté sin poder contener la emoción en mi tono de voz notando cómo estaba a punto de ponerme emocional nuevamente.
- Por supuesto, tiene tu misma sonrisa, es tan guapa como tú... - esta vez sus labios reposaron sobre mi cuello un poco más abajo de mi mandíbula y me estremecí ante el contacto. - ¿cómo conseguiste la foto?
- Me la dio Tom. - respondí sin dejar de sonreír al ver la imagen de la que había sido mi madre biológica.
De pronto sus besos cesaron y pude sentir que sus musculos se tensaban.
- ¿Te ves mucho con ese chico? - me preguntó entonces. Lo cierto es que no me esperaba aquella pregunta para nada, ni tampoco sabía cómo interpretarla.
- Lo normal, no tanto como a Chris, Helen y Jace pero quedamos de vez en cuando. - dije volviendo a dejar la foto en su sitio y girándome para poder hablarle cara a cara. - ¿Por qué lo preguntas?
- Creo que le gustas.
Estuve a punto de echarme a reír como una verdadera posesa hasta que me di cuenta de que estaba hablando en serio.
- ¿Qué demonios estas diciendo? - pregunté incorporándome en la cama tapándome con la fina tela de la sábana, me sentía bastante incómoda hablando de aquel tema estando en la misma cama que Justin tal y como Dios me trajo al mundo.
- Venga ya, ____ - espetó Justin como si se tratara de algo obvio incorporándose también para estar a mi altura dejando ver su pecho desnudo. - ¿acaso no estabas allí cuando se puso hecho una furia al ver que te venías conmigo en vez de ir con él a comer?
- Le había dado plantón, Justin, es una reacción de lo más normal. - exclamé. - La tuya en cambio esta siendo todo lo contrario.
- ¿Le habías hablado de mí a ese tío antes? - preguntó él gesticulando con la palma de la mano abierta.
No sé por qué pero aquella pregunta me hirió de algún modo.
- Por supuesto. - traté de parecer lo más ofendida posible.
- ¿Y qué pensaba él al respecto?
Traté de recordar todas aquellas veces en las que había compartido con Tom lo mucho que añoraba el estar con Justin, casi siempre había tenido la misma respuesta, que me acabaría acostumbrando y simplemente me abrazaba, o continuábamos charlando como si nada, lo cierto es que tenía cierta tendencia a esquivar aquel tipo de conversación. Me quedé en silencio porque simplemente no tenía nada que responder, aunque la reacción de Justin me seguía pareciendo exagerada.
- ¿Ves? - me echó en cara al ver que me quedaba en silencio.
- No veo nada, Justin, lo que dices no tiene ningún sentido y estas sacando las cosas de quicio. - dije con un tono irritado. Ya me había puesto a la defensiva, otra vez. - ¿Tienes acaso algún motivo más para probar lo que dices a parte del berrinche que cogió Tom por el plantón? Porque, que yo sepa, un mal día lo puede tener cualquiera.
El se me quedó mirando durante unos segundos con absoluta seriedad.
- Porque te miraba con el mismo miedo con el que te miraba yo cuando aún no sabía si podrías llegar a ser mía algún día - decía mirándome fijamente. - y algún gilipollas se ponía de por medio.
Noté cómo mi expresión se dulcificaba al instante y por un momento me sentí culpable sin tener motivos, después reaccioné recordándome que Justin acababa de montar su propia historia. Tom y yo habíamos pasado juntos los últimos tres meses, era un chico increíble y me había demostrado en muchas ocasiones que era alguien en quien podía confiar, al igual que él en mí. Si hubiese llegado a sentir algo por mí me hubiera dado cuenta al instante.
- Di lo que quieras pero sigo pensando que estas exagerando.
- Y me lo dice la que cogió el cabreo de su vida al verme hablar por primera vez en un estudio con la que va a ser mi telonera.
Abrí la boca dispuesta a replicar pero tuve que admitir para mí misma, aunque fuera  regañadientes, que con aquello me había dejado K.O en la conversación.
- Vístete, mi tía llegará de un momento a otro y lo primero que hará será subir a la habitación. - le dije apartando la mirada dispuesta a cubrirme con lo que fuera. Se acababa de cargar nuestra primera noche juntos después de tanto tiempo sin vernos.
- No me des la espalda, no pienso dejar que vayas por ahí con ese imbécil dándole motivos para meneársela por las noches pensando en ti mientras yo no estoy. - su tono había adquirido un tono mucho mayor, casi era amenazador. - No quiero que sigas haciéndole creer que tiene posibilidades, no quiero que te veas con él.
Tuve que contar hasta diez para no volverme y comenzar a gritarle.
- ¿Te estas quedando conmigo? Tú no eres quién para decirme con quien tengo que verme y con quien no, no soy ninguna de tus empleadas, soy tu novia, y te recuerdo que hace poco eras tú el que me sarmoneaba acerca de lo importante que era la confianza. - pude advertir el dolor que acababan de provocarle mis palabras reflejado en su rostro y me obligué a mí misma a bajar la guardia. - Justin, aunque todo lo que dices fuera verdad, jamás dejaría que pasara nada entre Tom y yo... - dije a media voz sin saber si coger su mano. - yo te quiero a ti, y pensé que ya te había quedado claro. No tienes por qué ponerte en plan territorial conmigo, sabes que le pararé los pies a todo aquel que se atreva conmigo que no seas tú.
Su expresión se suavizó al instante y fue cuando estuve segura de cerrar mi mano sobre la suya, acariciándola para tratar de calmarle del todo. ¿Cómo podía pasársele por la cabeza si quiera que sería capaz de irme con otro?
- Confío en ti, Brooks... - musitó y humedeció sus labios con la lengua bajando la mirada. - es de él de quien no me fío.
Y todo aquello comenzó a sonarme bastante bien. No podía culparle de temer poder perder algo a lo que quieres con todas tus fuerzas, pero en mi caso había estado completamente segura de que Katia iba a por él, Justin sólo se estaba basando en el enfado de Tom a la salida del instituto, no podía sentirse inseguro sólo por eso.
- No te preocupes por él, pero tampoco le juzgues a la primera de cambio, te lo pido por favor. - llevé mi mano a su mejilla haciéndole mirarme. - Tom me ha ayudado mucho, es mi amigo, me ha ayudado a superar estos meses interminables hasta que tú llegaras, él no es mala persona, es voluntario en el orfanato y... - me corté a mí misma al ver que la expresión de Justin no inspiraba demasiada comprensión. - me gustaría que intentaras conocerle, sólo intentarlo... y si después de hacerlo sigue sin caerte bien te dejo quejarte acerca de su comportamiento todo lo que quieras, pero todo el mundo merece una oportunidad, y tú lo sabes más que nadie.
Aquello pareció tener efecto en Justin, lanzó un leve suspiro y se encogió de hombros. Sonreí levemente acercándome para depositar sobre sus labios el beso más dulce que jamás haya probado. Me devolvió la sonrisa tras aquello.
- Eres mía.
- Toda tuya. - respodí tratando de no reírme.
- Sólo mía.
-Y de nadie más.
- Y sólo yo tengo acceso a ese cuerpazo.
- Vaya... - chasqueé la lengua con un gesto de decepción. - yo que quería firmar con la revista Playboy.
- Qué graciosa. - sonrió Justin arrugando la nariz antes de agarrar mis caderas para volver a tumbarme sobre la cama fundiendo sus labios con los míos.
En aquel momento el tono de llamada procedente del iPhone de Justin nos hizo volver a sentir la tierra bajo nosotros y éste se incorporó levantándose de la cama y dirigiéndose a mi pequeño cuarto de baño dentro de la habitación donde había tenido lugar nuestra pequeña sesión de ducha.
Me acomodé sobre la cama para poder contemplar las vistas mientras él se agachaba recogiendo sus tejanos del suelo y sacando el teléfono móvil.
- ¿Diga? - volvió a levantarse, tampoco me quejé. - Ah, hola Chaz, ¿qué pas...? - se interrumpió a sí mismo mientras regresaba conmigo a la habitación. - Sí, le he comprado billetes a Anna, también es mi amiga, y accedió a venir en la comida de Navidad para pasarla con nosotros, así que no le veo el problem...  - volvió a quedarse en silencio durante unos segundos. - ¿Por qué iba a hacerlo para joderte pedazo de gilipollas? - me puse seria de pronto y miré a Justin con preocupación, pero él me hizo un gesto con la mano en señal de que no tenía de qué preocuparme. - Vamos a estar todos, de todos modos hablaremos de ello cuando llegue allí mañana por la tarde con ____, ¿de acuerdo? mañana estaré, habrá tiempo suficiente para hablarlo. - carraspeó un par de veces acercándose a la cama y tras una breve despedida colgó.
- ¿Qué le pasa a Chaz? - pregunté tratando por todos los medios mirarle a la cara.
- Nada importante, a veces es un antisocial y hay que darle un empujoncito. - sonrió mientras tecleaba algo en la pantalla y dejó el móvil sobre la mesilla para después mirarme son una sonrisa torcida. - Será mejor que nos vistamos y nos preparemos para cenar con tu familia, rezo porque a tu primo no se le ocurra abrir la boca en toda la velada.
Yo no dije nada, mi autocontrol había caído por completo y había dejado de mirarle a los ojos sonriendo juguetona mientras mordía mi labio inferior, sabía a la perfección que aquello haría que Justin se subiese por las paredes.
- No hagas eso. - dijo simplemente, pero pude apreciar cómo su colega comenzaba a ser consciente de que lo miraba fijamente. - Mierda, Brooks.
Levanté la vista inocentemente encogiéndome de hombros.
- ¿Que no haga qué?
- Mirármela y morderte el labio como si quisieras probarla, eso en mi mundo se considera ilegal si no puedes terminar con lo que has empezado.
Me limité a echarme hacia atrás en la cama destapándome al completo sin dejar de mirarle con una sonrisa perversa, a Justin por poco no se le salen los ojos de la órbitas.
- A la mierda.
Fueron sus últimas palabras antes de que volviese a echarse sobre mí acorralando mi cuerpo con el suyo.


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Siento haber tardado tanto y que sean tan cortos los capítulos, pero entre los estudios y que no pude tocar el PC la semana pasada he ido muy retrasada, prometo que la historia avanzará mucho más a partir de aquí y los capítulos tendrán la misma extensión que siempre. De nuevo gracias por todo el apoyo, sois los mejores lectores del mundo.
P.D: si tenéis una cuenta en Wattpad os animo a leer la historia desde allí ya que si lo añades a tu librería te avisa por sí sólo, y que si podéis, votéis por la historia para tratar de subirla un poco entre las demás.

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Capítulo 56 - Inalcanzable.



{Capítulo 56}

·Narra Justin·
Era el tercer póster que arruinaba con el rotulador negro permanente que había encontrado en el escritorio de ____. Me aparté un poco de la pared para contemplar satisfecho mi trabajo. Había añadido un bigote y una pequeña barba a mí mismo y había dibujado algún que otro pequeño graffiti.
- A ver, voy a repasar todo desde el principio. - la escuchaba desde la otra punta de la habitación. Había prometido no molestarla durante el par de horas que iba a pasar estudiando y no había durado ni cinco minutos sin recibir sus quejas por ruido. Por poco no me mata al ver que estaba pintando el primer póster, pero al final terminó dejando que lo hiciera ya que así al menos no montaba escándalo. - ¿Qué es la física?
- La asignatura que siempre me suspendían en el instituto. - respondí sin mirarla si quiera mientras me sentaba en el suelo dispuesto a crear arte en un nuevo póster.
- Justin, déjame estudiar. - suspiró. - La física es...
- Lo que quiero tener contigo en esa cama y tú no me dejas. - volví a interrumpir oscureciendo algunos de los dientes de la foto y haciendo parecer que me faltaban algunos.
- Dios.
Reí y me volví para verla con ambos codos apoyados sobre la mesa y completamente cabizbaja delante de los libros. Era algo a lo que yo había dejado de estar acostumbrado hace mucho, pero por lo que recordaba, el tener que estudiar no era la sensación más agradable y más excitante del mundo.
Sin pensármelo, me levanté del suelo dirigiéndome hacia ella y coloqué ambas manos sobre sus hombros comenzando a masajearlos muy lentamente tratando de quitarles toda presión posible de encima.
Ví cómo _____ cerraba los ojos al instante y sonreí para mi interior al notar que comenzaba a relajar un poco más sus músculos moviendo mis dedos rítmicamente sobre sus hombros.
- Deberías dejarlo pasar, no tiene que ser un examen muy importante si lo ponen el último día de clases. - susurré agachándome mientras apartaba su pelo del hombro dejando visible la piel de su cuello y comencé a rozar mis labios sobre ella dejando suaves besos.
_____ dejó escapar un suspiro echando la cabeza a un lado para darme un mejor acceso y formé una fila de besos desde detrás de su oreja hacia su hombro mientras sentía cómo una oleada de calor me atravesaba por completo endureciendo ciertas zonas que llevaban demasiado tiempo dormidas para mi gusto.
- Justin, sí es importante... son las única asignaturas que estoy arrastrando durante este curso y necesito esforzarme al máximo. - dijo tratando de ser cortante sin conseguirlo lo más mínimo. - Tengo que estudiar...
Hice caso omiso a sus súplicas y giré su silla de estudio para ponerla de cara a mí mientras se mantenía sentada y yo apoyaba ambas manos en su escritorio acorralándola entre mis brazos mientras sostenía su mirada tratando de controlarme y de que no se notara lo mucho que deseaba ponerla sobre aquel maldito escritorio.
- Haberlo pensado antes de meterme en tu habitación, tienes que relajarte, y voy a darte más que eso... - murmuré a la vez que me iba acercando poco a poco hasta cerrar los ojos dispuesto a unir mis labios con los suyos. Estaba seguro de que tras ese beso no podría negarse, así que me lancé rápidamente esperando fundirme en su boca cuando mi cara chocó contra la palma de su mano. - Venga ya. - gruñí.
- Dame un par de horas hasta que termine de estudiar, ¿es tanto pedir? - suplicó con la respiración entrecortada.
Al menos sabía que había logrado provocar algún tipo de efecto en ella, y aquello conseguía dañar un poco menos mi orgullo.
Sin pensármelo dos veces y sabiendo perfectamente que me estaba comportando como un crío de tres años atrapé el subrayador amarillo chillón de su mano con la suficiente rapidez y me separé de ella jugando con el rotulador entre mis dedos.
- No pienso dejar que mi chica se sature con los estudios el mismo día de mi regreso. - e hice volar el subrayador para volver a atraparlo al instante jugando con él bajo una mirada de pocos amigos por su parte.
- Justin, devuélveme el subrayador.
- Devuélveme tú mis derechos. - repliqué fingiendo estar igual de serio que ella.
- ¿De qué demonios estas hablando?
- De sexo, ¿y tú?
- De mi subrayador. - contestó con un suspiro observándome con fastidio.
Sonreí con picardía mientras tiraba el rotulador hacia la otra punta de la habitación mojando lentamente mis labios y llamando así su atención, tenía mil y ún trucos guardados bajo la manga en lo que a seducirla se refería, estaba claro que terminaría por ganar aquel asalto y todos los que me viniesen, pero adoraba sacarla de sus casillas de aquella forma.
- Vamos a hacer una cosa... - le dije con un tono seductor. - Tú quieres aprender física, y yo puedo enseñarte, lo único es que en lugar de un libro, tendrás que manejar otras cosas... - algo en la expresión de su cara me dijo que no lo estaba haciendo demasiado bien, me miraba arqueando una ceja guardando silencio, como esperando a que continuara. - Así que... - carraspeé un poco tratando de improvisar al ver que no me ponía un sólo dedo encima. - sé buena chica y quítate esa ropa molesta antes de que te la arranque yo a pedazos.
Guiñé un ojo para finalizar sintiéndome orgulloso de mi estrategia y esperando a que pasara lo inevitable.
Lo próximo que vi fue la puerta de su cuarto cerrándose en mis narices.
- Estas perdiendo facultades, Bieber. - suspiré mordiendo el interior de mi mejilla mientras miraba fijamente la madera pintada de blanco de la puerta que me acababan de prohibir traspasar durante las próximas dos o tres horas.
- Tranquilo, seguro que esta en su semana de odiar a los hombres, - me giré para toparme de frente con Will que salía de su cuarto con un brazo cargado con un par de mandos de la Xbox y el otro con una bolsa de patatas fritas.- mi madre creo que también, me ha quitado las llaves del Porsche, ¿te hace una partida? - preguntó alzando un poco el brazo que sostenía ambos mandos.
- Semana de odiar a los hombres... - repetí para mí mismo arrugando el entrecejo.
- En realidad se manifiesta con un millón de síntomas contradictorios, pero ese es el que más efecto tiene. - dijo encogiéndose de hombros. - También es a semana del agotar las reservas de chocolate de toda la casa, la semana del llorar ''porque sí'', la semana del reír cuando te has cansado de llorar ''porque sí''... tiene muchos nombres, yo ya soy inmune a esa semana del mes.
No sabía si reír o llorar en aquel momento, me decidí por coger al vuelo el mando de la consola que Will me lanzó antes de encaminarse escaleras abajo hacia el salón.


·Narra ____·

Sentía mi cabeza a punto de estallar en mil pedazos mientras salía de mi habitación y a la vez sentía esa satisfacción tan placentera de cada vez que terminaba de estudiar del todo y podía permitirme continuar el resto del día sin volver a abrir un libro de texto.
Me dirigí a la cocina para llenarme un vaso de agua cuando comencé a escuchar gritos por parte de mi primo que provenían del salón. Estaba acostumbrada a ellos, podían significar dos cosas, o que había vuelto a romper algo con su jueguecito de hockey improvisado con un palo de escoba, o que acababa de ganar jugando a la consola. Pero esta vez se le unió otro grito de una voz que conocía demasiado bien.
Sonreí al encontrármelos a ambos casi comiéndose la pantalla del televisor donde sus pequeños soldados disparaban en un juego desagradablemente violento.
Justin estaba completamente despeinado, signo de que no había parado de pasarse las manos por la cabeza del nerviosismo, sonreía juvenil sentado en el suelo con las piernas estiradas hacia el frente y apoyando su espalda contra el sofá, un sillón más alejado se encontraba mi primo con la gorra de mi novio que tenía que echar hacia atrás para que no se le cayera en los ojos.
- ¡Joder! ¿Has visto lo que he hecho? - saltó Justin señalando la pantalla.
Reí llamando la atención de ambos que se giraron para mirarme, mi primo volvió a centrar su atención en el juego al segundo siguiente, pero Justin se quedó observándome con una dulce sonrisa que terminó de partirme por la mitad y me acerqué sentándome en el sofá, colocando las piernas a ambos lados de su cuerpo sentandome así detrás de él, un nivel más bajo.
- ¿Has terminado de estudiar? - me preguntó echando la cabeza hacia atrás apoyándola sobre el cuero del sofá y mirándome sin dejar de sonreír.
- Sí, ya he terminado, gracias a Dios. - reí acariciando ambos lados de su cabeza con mis manos y enterrando mis dedos en su pelo. - Y al parecer encontraste un pasatiempos mejor que pintar mis pósters. - arqueé una ceja tratando sin éxito parecer seria.
- Fíjate Justin, - nos interrumpió mi primo volviendo a quitarse la gorra de los ojos. - nos han trasladado a una ciudad donde se ha concentrado la mafia, la ciudad fue arrasada por un tsunami y esta todo destrozado.
- Mola. - respondió él volviendo a incorporar su cabeza hacia la pantalla.
Yo ahogué una pequeña risa, mirándolos a ambos y continué acariciando el pelo de Justin, era increíblemente suave.
- Pues si yo viera que un tsunami viene hacia a mí lo primero que haría sería atarme a la base de una palmera bien gorda y resistente hasta que pase. - espetó mi primo absorto en las instrucciones que debían seguir en el juego.
- Te ahogas. - respondí mirando también la pantalla.
- No, pero... - replicó él volviéndose hacia a mí. - es verdad. - musitó arrugando la nariz.
- ¿Y de dónde sacas la cuerda? - se unió Justin.
- Vale, ya lo pillo, no me pidáis consejo cuando venga un tsunami, pero dejad de hundirme. - se quejó de nuevo y Justin y yo nos echamos a reír.
Pasaron unos segundos más en los que no dejé de revolverle el cabello castaño claro  más de lo que ya lo tenía.
- Tienes un aspecto muy salvaje. - dije en un tono divertido acariciando suavemente su cuello con mis uñas cuando volvió a echar la cabeza hacia atrás para mirarme.
- ¿Te gusta? - sonrió él.
Yo reí y tras un leve asentimiento mis labios se posaron sobre los suyos comenzando una dulce y lenta danza entre ellos que llegó a cada una de mis terminaciones nerviosas. Gruñó por lo bajo sobre mi boca y aquello me hizo esbozar una levísima sonrisa al tiempo que continuaba besándole, sus labios, tan suaves y gruesos, hacían que el calor se extendiese por todo mi cuerpo mientras él soltaba el mando de la consola para acariciar mis piernas. Su contacto era fuego. Volvió a gruñir.
- ¿Ahora tienes complejo de león? - sonreí separándome unos milímetros para admirar sus ojos mientras pasaba mi lengua por los labios para guardar su sabor. - Aunque con ese pelo...
Reí separándome de golpe de su cara al ver que se incorporaba y me tumbaba sobre mi espalda en el sofá colocándose encima e inmovilizando mis caderas con su cuerpo mientras me miraba desde arriba con aire juguetón.
 De pronto el sonido de la televisión mientras el juego de disparos seguía en marcha aumentó considerablemente, advertí que mi primo mantenía una expresión de asco como si temiera apartar sus ojos de la pantalla aunque sólo fuese por un segundo.  Mi sonrisa se atenuó y volví a mirar a Justin, tenía cierto brillo en sus ojos mientras me observaba.
- Oh no, Justin, conozco esa mirada, ni se te ocurra. - le advertí tratando de quitármelo de encima por todos los medios, al ver que no lo conseguía comencé a revolverme con brusquedad bajo su risa.
Tal y como había previsto, sus manos buscaron mis costillas comenzando una vez más uno de sus ataques de cosquillas y mi cuerpo se arqueó a la vez que estallé en risas sometiéndome una vez más a su dulce tortura. Trataba de agarar sus manos para pararle mientras movía mi cuerpo con brusquedad bajo el suyo encogiendo mis piernas y dándole rodillazos en el trasero suplicándole a gritos que parase.
Cuando quise darme cuenta las cosquillas habían sido reemplazadas por el ardiente contacto de sus labios sobre mi cuello, su cuerpo se había erguido sobre el mío en posición horizontal y el calor que desprendía, elevó la temperatura del mío. Mi corazón, que ya de por sí se había disparado por el ataque de cosquillas, volvía a acelerarse debido a la excitación. Sus manos vagaron bajo mi camiseta encendiéndome por cada caricia. Estaba tan dispuesta que lo sentía hasta en la punta de los pies.
- Bueno, ya esta bien. - escuché un carraspeo por parte de mi primo y en seguida reaccioné apartando la cara de Justin de mi cuerpo tapándola con la palma de mi mano y empujándolo hacia atrás a la vez que me incorporaba en el sofá.
Demonios, había olvidado por completo la presencia de Will a nuestro lado, maldije a Justin durante unos segundos mientras trataba de recuperarme del apuro.
Éste me miraba aturdido, parecía como si acabase de despertarle de un sueño y miró a mi primo con la misma expresión.
- Puedo soportar que manosees a mi prima delante de mis narices como si no quisiera hacer un placaje contra vosotros dos, pero de ahí a que tenga que aguantar viendo cómo os lo montais... - su expresión hizo una mueca de disgusto dirigiéndole a Justin una mirada de advertencia. - El coche es una pasada, pero eso no me impide romperte un jarrón en la cabeza. - arqueó una ceja y me dedicó una mirada de reproche después de esto.
No podía creer que mi primo de dieciséis años estuviera sarmoneándome.
- Lo siento, chaval. - se disculpó Justin aclarándose la garganta, por su expresión parecía estar tratando de ocultar su diversión a toda costa. - ¿Seguimos jugando?
Entreabrí la boca arqueando una ceja y le di un suave empujón antes de levantarme del sofá bajándome la camiseta y tratando de recomponerme de aquella revolución de hormonas. Él se giró hacia a mí, esta vez sin ocultar su sonrisa, aunque pude advertir cierta oscuridad en su mirada.
Sí era cierto que Justin y yo habíamos pasado meses separados el uno del otro tras haber estado todos y cada uno de los días despertando juntos en la misma cama, pasando cada minuto del día juntos y haciendo lo que nos viniera en gana cuando queríamos. Había sido como pasar del Sahara a la Antártida en cuestión de un segundo, y ahora estábamos perdiendo la cabeza con tan sólo un par de roces.
- Yo voy a darme una ducha, cuando terminéis ayuda a Justin a montar el sofá-cama para que pueda estar listo antes de que tía Caroline llegue del trabajo y no tenga que hacerlo ella, ¿vale Will? - este esbozó una sonrisa de satisfación al escucharme mientras continuaba viciado a la consola. Justin en cambio hizo desvanecer todo rastro de diversión de su cara.
Le guiñé un ojo antes de encaminarme hacia las escaleras.


domingo, 12 de enero de 2014

Capítulo 55 - Inalcanzable.


{Capítulo 55}
 Adoro soñar, y esta vez no me refiero a cuando te aburres en mitad de la clase y comienzas a imaginar un mundo completamente distinto en el que puedes obtener todo aquello que te hace feliz, aunque eso también tiene su punto. Hablo de acurrucarte en la cama después de un día cualquiera, de cerrar tus ojos y sumirte en ese lugar infinito en el que todo es posible.
¿En qué se diferencia eso de soñar despierta?
Se diferencia en que cuando caes dormido y te dejas arrastrar por los sueños, tu cerebro te transmite una sensación que te hace creer que todo lo que te rodea es real. Tu cabeza crea escenarios, crea personas y ambientes y te traslada desde tu cama a cualquier lugar o instante.
A veces el mismo sueño es una completa locura, algo imposible de tener en la vida real, y es eso lo que me fascina. Puedes estar siendo perseguido por un chalado con una motosierra dispuesto a hacerte pedazos y sentir la misma adrenalina que sentirías si aquello estuviese ocurriendo, puedes abrazar a una persona que se encuentra en la otra punta del mundo y sentir cómo se acelera tu corazón, abrir los brazos, tirarte desde el punto más alto de la tierra, y echar a volar.
Cuando cierras los ojos puede pasar cualquier cosa, es algo impredecible, algo que puede hacerte vivir miles de realidades, que puede crear lágrimas, risas e incluso una felicidad irremplazable. Adoro soñar porque los sueños son una vida en la que no existe un límite, en la que puedes desear sin temor a lo inexistente, a lo imposible o inalcanzable, es una vida en la que todo aquello que te asuste, te entristezca o te haga sentir amenazado puede ser fácilmente sustituido u olvidado, en la que puedes sonreír a pesar de haber tenido un día horrible.
Es una vía de escape en la que no hay reglas, donde puedes dar forma a tus más anhelados deseos.
Allí te ofrecen todo lo que el mundo no es capaz de darte.
¿No habéis sentido nunca esa sensación de caer al vacío? 
Cuando de pronto no hay nada bajo tus pies y comienzas a caer, todos esos dichosos pensamientos en tu cabeza, sientes que eres tan distinto a los demás que llegas a temer que nadie jamás pueda llegar a comprenderte del todo, una lágrima tras otra, cuando pasas días y días sin poder pensar en otra cosa más que en aquello que te hace sentir tan malditamente mal, cuando hasta las personas más cercanas a ti, aquellas que formaban parte de la mayoría de tus mejores recuerdos, te fallan y no le ves sentido a nada. Vas en la dirección contraria que el resto del planeta.
Todo ello se manifiesta en tu sueño dejándote caer al más oscuro de los vacíos y es cuando ya no tienes fuerzas ni para echar a volar una vez más. Entonces, y sólo cuando vas a terminar por impactar de una forma brutal contra el suelo, haces un movimiento brusco y cuando te das cuenta, estas en tu cama, a salvo de cualquier peligro. Para tu subconsciente es tan fácil como eso, todo mal que se manifieste dentro de tu sueño puede irse tan rápido como vino, y esto es algo que no se tiene en la realidad, algo que solucionaría la vida de más de uno por no decir la de todo el mundo.
Simplemente piénsalo, dicen que el mundo se creó con toda perfección en cada detalle, que la vida en nuestro planeta es algo que gira en un círculo continuo dándonos la posibilidad de ser, y que nuestro temor más fuerte se basa en el simple hecho de perderla. 
¿Por qué si es tan perfecta a veces se necesitan medios para intentar escapar de ella?


Tres meses después

- Antes de repartir el examen quiero aclarar algo... 
Todos observábamos a la señora Layton (rebautizada por Christina como ''la Mutante'') contoneándose de un lado a otro de la clase en sus taconcitos con su falda casi por los tobillos mientras se abanicaba con un manojo de folios en la mano.
- Ya empezamos con el discursito de siempre. - bufó Helena desde el asiento de detrás con el peso de su cuerpo puesto sobre el pupitre para poder comunicarse conmigo y con Christina.
- No se si seréis conscientes de que nos encontramos en el último curso antes de la universidad, y que todos vosotros hace tiempo que deberíais haber comenzado a tomarlo en serio, ¿acaso estáis ahí sentados para calentar la silla? - podía apreciarse cómo se le hinchaba la vena del cuello cada vez que hacía un movimiento brusco con la cabeza, que era la mayoría del tiempo, una de las razones por las cuales a Christina se le ocurrió aquel mote. - Vais muy mal, muy muy mal, y esta actitud tiene que cambiar, los exámenes han sido desastrosos, ya tenéis que admirarme bastante para querer quedaros conmigo un año más después de repetir curso.
- Te aseguro que si repito no será por querer verte la cara todo un año más, dinosaurio. - murmuró Christina con la mejilla apoyada sobre su nudillo y aires de aburrimiento.
- Y ya que aún queda un día más de clase, viendo estos resultados, mañana os haré un breve control de matemáticas y si da tiempo, puede que también pregunte algo de nuestra asignatura de física, todo con nota.
La clase estalló en protestas al instante, provocando que la profesora diera sus tan famosos golpes contra la pizarra con el inmenso anillo que adornaba su dedo.
- Pero señora Layton, es el último día, los demás profesores van a dejarnos las clases libres para hacer lo que queramos. - saltó uno de los chicos que estaban sentados al fondo.
- Es mi hora de clase y haré lo que quiera con ella, no se habla más, ahora repartiré los exámenes.
Comenzó a llamar uno a uno a todos los alumnos de la clase, que iban acercándose a su mesa ya con los ánimos por los suelos sin haber recogido su examen si quiera.
- La odio, la odio, la odio, la odio, esa mujer esta amargada, no me deja vivir. - gruñía Christina por lo bajo. - ¿qué necesidad tiene de amargarnos las vacaciones? A ver cómo voy a poder salir en Navidad con un suspenso en mates más el que me pondrá esta vieja mañana en física.
- Oye, quizás esta vez ha sido distinto, nos hemos dejado la piel en estos exámenes, tú ni siquiera has salido con Ryan y Helena casi le prohíbe a Jace aparecer por su campo de visión para no tener distracciones, hemos hecho lo que hemos podido, vamos a salir de esta con notas increíbles, créeme. - la miré con una expresión completamente emocionada que se esfumó nada más ver la cara que puso ella de lo más ''¿en serio?'' - Bah, a quién quiero engañar, esta vieja esta amargada. - resoplé echándome hacia atrás en la silla y mirando cómo cada persona que volvía de recoger su exámen hacía algún signo o expresión completamente negativa.
Aún sabiendo que me llevaba un cero bien redondo a casa, no podía evitar sentir una alegría enorme con tan sólo pensar que estaba a un día de terminar las clases y a poco más de una semana de tener a Justin de vuelta allí conmigo. La primera parte de la gira había resultado más dura de lo que se esperaba, para nada se habían podido evitar algún que otro incidente, aunque no tan graves como al que nos habíamos tenido que enfrentar desde un principio. En general todo había ido más o menos según lo previsto. Yo en cambio había sufrido todo tipo de agobios de exámenes, prácticamente casi no había salido de mi habitación, a excepción de los sábados y las veces que me tocaba hacer la compra, que se había convertido en una especie de momento de relax. Pero mi rutina diaria consistían en ir a clase, comer, estudiar, cenar y hablar con Justin y como cada vez que sufría aquellos tipos de agobios, me quedaba dormida escuchando sus discos.
Por otra parte, también había comenzado a tener más confianza con Tom, desde el día que comenzamos a hablar vía WhatsApp no había dejado de sacarme una sonrisa tras otra. Habíamos quedado en numerosas ocasiones, siempre que él no andaba liado con las tareas del orfanato y cuando no había exámenes a la vista. Había averiguado un poco más de su vida, era un chico alegre y despreocupado, amaba a los niños pero también le gustaba el deporte y la guitarra. Le había acompañado numerosas veces al orfanato, casi me conocía a todo el mundo allí, tenía un escritorio que me habían reservado para cada vez que fuera y poder hacer mis deberes allí mientras esperaba a que Tom terminase su turno.
También cabe añadir el hecho de que se quedó prácticamente petrificado al enterarse de que mi novio era Justin Bieber (era una de las pocas personas sobre la tierra que no estaba al tanto), tanto que estuvo varios días sin llegar a creerme hasta que tuve que probarlo mediante fotos y demás. Aún no tengo ni idea de qué es lo que piensa sobre aquello, siempre que saco el tema hace lo imposible por cambiarlo.
Lo más positivo de todo aquello era que los medios se habían olvidado de mí antes de lo que esperaba, aunque también podría haberse debido a lo poco que salía de casa, pero era un punto a favor de aquel trimestre interminable. 
Todo había vuelto a la normalidad, y el instituto había terminado por acostumbrarse también a mi presencia.

La clase fue quedándose vacía una vez hubo sonado el timbre y todos preparamos los libros para ir de vuelta a casa.
- Tal vez si sumamos nuestros 3, podamos tener un seis de media. - propuso Christina comparando mi examen y el suyo mientras yo recogía mis cosas de la taquilla en mitad del pasillo.
- Hola chicas, ¿qué tal la nota de mates? - nos saludó Jace cargando con su maleta en un hombro y cogiendo la de Helena para ayudarla.
- Mejor de lo que esperaba, la verdad. - sonrió mi amiga regalándole un pequeño beso en la comisura de los labios.
- Tú cállate, siempre vas de ''he sacado la peor de las notas'' y vuelves a la mesa con un nueve o un diez. - se burlaba Christina.
- Eso no es cierto, ¿a que no, ____? 
Ambas me miraron de una forma un tanto intimidante, reí al verlas envueltas una vez más en aquella discusión y cargé mi ancha carpeta con un brazo cerrando la taquilla.
- Es cierto, la próxima vez que digas que vas a suspender, te tiramos por la ventana.
Mi amiga se cruzó de brazos con una expresión de fastidio mientras Jace la tomaba por la cintura para que viniese con nosotros hacia la salida y Christina y yo nos echamos a reír mientras nos agarrábamos de los brazos y por fin pudimos escapar de entre aquellas paredes.
- ¿Os venis a mi casa y hacemos allí los deberes? Así no se me hará tan pesado. - propuso Christina.
- No puedo, he quedado con Tom para comer, dijo que me iba a recoger a la salida. 
Saqué entonces mi teléfono móvil dispuesta a localizarle casi sin darme cuenta de que todo el mundo corría hacia la salida zarandeándome de un lado a otro a causa de los empujones mientras caminábamos hacia las puertas principales.
- Qué pesadilla de tío, Tom esto, Tom lo otro... casi ni le conozco y ya me cae mal, ese chaval no le llega a Justin ni a la punta de las zapatillas - se quejó Christina provocando la risa de mis amigos. - Que por cierto, sin venir a cuento, creo que en mi vida he visto a Justin sin zapatillas, tiene que tener los dedos como tomates. 
- Dios, Christina. - carcajeaba Helena desde su lado empujándola contra mí.
Marqué su número pegándome el auricular a la oreja y levanté la mirada con propósito de quejarme por los constantes empujones, pero entonces ví que había una causa y ésta se concentraba a la salida del instituto.
- ¿Qué pasa ahí delante? - pregunté poniéndome de puntillas aún esperando a que Tom cogiera mi llamada.
Mis amigos parecían igual de confusos que yo, todo el mundo corría hacia el mismo punto amontonándose, lo primero que se me ocurrió es que posiblemente sería otra de las muchas peleas que se organizaban al terminar las clases, así que decidí que iba a rodear toda la masa y a ver si lograba localizar a Tom alejándome un poco de ella, pero justo al llegar a las puertas de hierro, todo el mundo pareció dirigir sus miradas hacia a mí entre murmullos.
''Ahí esta, mirad, dejadla pasar''
Poco a poco, todos fueron dejándome paso, mis amigos habían desaparecido por completo y yo miraba hacia todas partes completamente aturdida. Caminé lentamente entre ellos hasta que le vi.
De pronto, el tiempo se paró, todo dejó de moverse a mi alrededor, ni si quiera escuchaba ya los murmullos de todos los estudiantes, el corazón me dio un vuelco al verle allí, echado sobre su coche de brazos cruzados, con una gorra con la visera hacia atrás y unos tejanos que caían bajo su cintura dándole una imagen terriblemente sexy. Me miraba a través de las gafas de sol con una media sonrisa que seguramente ya hubiese hecho suspirar a más de una en los pocos minutos que llevaría allí esperando. 
Sentí cómo me sacudía la electricidad que me otorgaba su simple mirada y sin darme cuenta, dejé caer la carpeta al suelo completamente absorta, aquello no podía ser real, era otro maldito sueño, mi mente no había parado de jugar conmigo durante aquel tiempo.
Escuché las voces de los porteros del instituto tratando de disolver la enorme masa de gente que se había formado allí mismo, se oían los quejidos por parte de todos al ser empujados por éstos, pero yo no podía concentrarme en otra cosa que no fuera él.
Intensificó aún más su sonrisa en una pequeña risa apenas audible y fue cuando me di cuenta que todo aquello estaba pasando realmente, que él había vuelto y que parecía estúpida allí plantada sin hacer nada. Como despertando de un trance, comencé a caminar a paso ligero hacia a él abandonado la carpeta a su suerte y ví cómo reaccionaba de la misma forma quitándose las gafas y mirándome con aquellos ojos mieles que podían derretir hasta el más grande iceberg.
Sin pensarlo demasiado, salté echándole los brazos al cuello y Justin atrapó mi cintura con los suyos levantándome del suelo y abrazándome, creo que ambos tratamos en ese momento de recuperar todos los abrazos que no pudimos darnos durante aquellos interminables tres meses.
Reí sin poder creerme aún lo que estaba ocurriendo y sentí cómo Justin me dejaba en el suelo con cuidado, tomando mi cintura y pegándome a su cuerpo de un movimiento para, segundos después, fundir sus suaves labios con los míos en la intensidad de un beso que me hizo estremecer de pies a cabeza. 
Casi lograba sentir cómo el suelo temblaba bajo mis pies mientras correspondía a aquel beso entregándome completamente a él, necesitaba transmitirle cuánto le había echado de menos, cuánto le necesitaba cerca de mí. Noté su lengua hambrienta colarse buscando la mía y la acogí de buena gana acariciándola y provocándo con ello que mi corazón pasase de mil a dos mil, y a tres mil por hora.
Se separó para coger aire y de nuevo me besó, y respondí con tanta avidez que llegué a pensar que los labios me arderían en cualquier instante, su contacto era fuego. Hundí mis dedos en su pelo y me pegué a él más aún. Su boca se deslizaba caótica, salvaje y hambrienta sobre la mía.
Todo lo que anteriormente había sentido se desvaneció siendo totalmente sustituido por la loca y compulsiva necesidad de estar con él.
Cuando por fin nuestros labios dejaron de ser uno, ambos abrimos los ojos mirándonos con increíble fascinación, dejando que nuestros corazones latiran a la vez una vez más. Justin agachó su cabeza hundiendo la cara en mi cuello y al momento sentí sus dientes cerrándose sobre mi piel provocando que sintiera electricidad y cosquillas al mismo tiempo.
Reí.
- Eres tú... - susurré mordiendo mi labio inferior.
- Ya estoy aquí. - me respondió mientras rozaba sus labios por mi cuello haciendo que me fuera imposible evitar un leve suspiro.
Podía tocarle, abrazarle. Olía tan bien.
- Has venido a recogerme al instituto. - murmuré en una pequeña risa.
- No he pasado por casa si quiera, necesitaba verte.
Un beso, y otro, y otro, un mordisco acompañado de aquella risa tan dulce la cual superaba a cualquier dolor, hacía demasiado que esperaba para poder tenerle y ahora ya estaba allí, demostrando lo mucho que me había echado de menos.
Deslizó su mano mientras lo decía, cogiendo la mía y entrelazando nuestros dedos.
- Veo que sigues intentándolo. - tomé su mejilla con la otra mano pasando mi dedo por el escaso vello facial que había sobre su labio. - Esta... oscuro. - reí.
- Es que no sé qué pasa que no crece. - exclamó abriendo más sus ojos y sonriendo al ver que comenzaba a reír. - ¿Me dejas invitarte a comer?
- Claro, y te vienes a casa después, aún tengo que estudiar. - dije haciendo un mohín.
- ¿Todavía? ¿Tus clases no terminaban mañana? - gruñó y respondí encogiéndome de hombros. - Da igual, cuando termines serás toda mía, - susurró él poco después de depositar un dulce beso sobre mi mejilla. - sube al coche.
Sonreí viendo cómo actuaba como si fuera un caballero de los años ochenta colocando su brazo para que me apoyara en él y me abría la puerta del coche elevando sus cejas en una expresión divertida. Sentí entonces una mano cerrarse sobre mi antebrazo, impidiéndome subir. Me di la vuelta chocando con la mirada inexpresiva de Tom que me tendía mi carpeta la cual momentos antes había dejado caer al suelo.
Mierda, la comida.
- ¡Tom! muchas gracias,me has salvado, no sé qué habría hecho esta tarde sin los apuntes. - le sonreí amablemente.
- Se me ocurren un par de cosas. - irrumpió Justin colocándose en medio de nosotros dos y dirigiéndome una mirada fugaz antes de volverse hacia mi amigo tendiéndole la mano. - Buenas, soy su novio.
Ya empezamos.
- ¿Qué hay? - respondió él simplemente centrándose de nuevo en mí, reprimí una sonrisa al imaginarme cómo estaría Justin de sorprendido ante la reacción. - ¿No íbamos a comer? tengo la furgoneta aparcada en el otro lado de la calle.
- Cambio de planes, va a comer conmigo. - volvió a interrumpirle desde mi lado.
Madre mía, si no me tragaba la tierra pensaba cavarla y adentrarme en ella yo misma.
- He estado intentando contactar contigo, - intervine agarrando la mano de Justin con fuerza. - esto ha sido inesperado, yo creía...
- Sin problema. - espetó encogiéndose de hombros en señal de desinterés, en lo poco que le conocía, jamás le había visto estar así de serio durante tanto tiempo. - Vete con él, lo entiendo, sólo quería aclarar el hecho del plantón, nada más.
- ¿Podrías no hacerla sentir mal? Soy yo el que quiso sorprenderla. - intervino Justin nuevamente. - Ella no tenía ni idea.
Si las miradas matasen, ambos habrían terminado con el otro en aquel mismo instante, se quedaron un rato en silencio, estudiándose sin decir una palabra y tras esto, Tom me hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida y se fue para cruzar la calle de vuelta a su furgoneta.
- ¿Quién coño...? - comenzó a decir Justin.
- Qué hambre. - le interrumpí volviendo de nuevo al coche para meterme en él.

~

- ¿Quieres que te pida algo más? Has comido muy poco. - me preguntaba Justin a la vez que limpiaba su boca con la servilleta. - ¿Podrías mirarme a los ojos? Empiezo a sentirme incómodo.
Sonreí aún más con una expresión divertida subiendo la mirada de su intento de bigote a sus ojos y solté una breve carcajada, era demasiado bueno para ser cierto.
- Es que dan ganas de coger la servilleta e intentar limpiártelo.
- Come. - me ordenó esbozando una pequeña sonrisa mientras me tendía un trozo de su filete con el tenedor.
Lo atrapé con la boca sin rechistar y él pareció satisfecho.
- No me des más, en cuanto lleguemos a casa mi tía continuará haciéndome comer, no me cree si le digo que como fuera, es una maniática.
- ¿Le has dicho ya lo de quedarme esta noche? - preguntó mientras continuaba atacando su plato.
- No, pero no habrá problema.
Apoyé mi codo sobre la mesa y sostuve mi mejilla sobre el nudillo mirándole comer con tantas ganas, me era imposible no sonreír al verle con tanto apetito, tal vez fuera del viaje, desde el aeropuerto hasta mi pueblo había un par de horas en coche, quizás ni le hubiese dado tiempo a desayunar.
- Mañana por la noche me marcho a Stratford, por fin voy a ver a los enanos. - anunció cogiendo su refresco y metiéndose la pajita en la boca.
- ¿En serio? Justin, eso es genial.
Realmente me alegraba, sabía cuánto significaba para él volver a ver a sus hermanitos y me maldije a mí misma por no haber pensado si quiera en ir a hacerles una simple visita.
- Quiero que vengas y pases las navidades conmigo.
El corazón me dio un vuelco.
- Quieres que vaya contigo a Stratford.  
No estoy del todo segura de si aquello fue puro autoconvencimiento, una afirmación o incluso una pregunta sin entonación, pero fuera lo que fuera, Justin logró entenderlo.
- Mi abuela se te echará encima, pero es que tiene muchas ganas de conocerte. - sonrió y abrió más los ojos como si acabara de acordarse de algo rebuscando en los bolsillos de sus tejanos hasta sacar una pequeña caja que colocó a mi lado sobre la mesa. - Y esto es para ti.
Abrí la caja que me tendía con curiosidad y no pude reprimir una exclamación de sorpresa mientras sacaba la pequeña gargantilla que Justin me había regalado por mi cumpleaños completamente arreglada.
- ¡Mi colgante! - le miré emocionada abriéndolo para colocarlo alrededor de mi cuello y viendo que la nota musical estaba en perfecto estado. - ¿Cómo...? Estaba prácticamente destrozada.
- Nunca subestimes la magia de Ryan Good. - respondió entonces con una media sonrisa.  
Reí inclinándome sobre la mesa para darle un corto beso a modo de agradecimiento y sostuve la pequeña clave de sol sin poder dejar de sonreír. Vi entonces de reojo cómo Justin se movía junto a su silla para pegarse a mi lado y sentí su brazo rodearme por detrás. Giré mi cara encontrándome con sus ojos y, sin borrar la sonrisa de mi cara, apoyé mi cabeza sobre su hombro cerrando mis brazos en torno a su cintura.
Había soñado tantísimas veces con aquel momento a lo largo de estos tres meses y me había sentido tan decepcionada al despertar y ver que nada era real que temía hacer cualquier movimiento brusco y salir de todo aquello contravoluntad.
- Te voy a dar las mejores navidades de tu vida. - le escuché susurrarme al oído.


~

·Narra Justin·

No entiendo por qué razón estaba tan jodidamente nervioso, ya conocía a Caroline, aunque en aquel momento no mantenía una relación con su sobrina pero no era motivo para que el corazón me latiese tan rápido, hasta empezaban a sudarme las manos, en pleno invierno, en Canadá, venga ya, estaba paranoico. 
Metí ambas manos en los bolsillos delanteros de mi sudadera tratando de secarlas lo más disimuladamente posible mientras ____ llamaba al timbre delante de mí.
- Menudo cochazo que han aparcado delante de casa, no reo que sea del vecino, uno no pasa de un todoterreno antiguo y abollado a un Porsche tan nuev... - se frenó a sí misma como reflexionando y no pude evitar una sonrisa divertida cuando me miró. - No puedo creer que lo hayas hecho.
Fue en ese momento cuando la puerta se abrió borrando mi sonrisa y todos mis músculos se tensaron poniéndome muy recto.
Caroline abrió y parecía que la habíamos cogido en mitad de una carcajada que se apagó en cuanto se hubo dado cuenta de mi presencia.
- ¡Justin! - me saludó con una amplia sonrisa. - Qué sorpresa, ____ decía que vendrías para la semana que viene.
- Hola. - saludé con un hilo de voz. Seré gilipollas.
- Yo tampoco sabía que iba a venir hoy, ha querido sorprenderme y ha venido a recogerme. - decía ____ mientras me sonreía.
- S-sí, bueno, el último concierto fue ayer y tomé el vuelo antes que el resto del equipo, espero no ser una molestia. 
Caroline pareció sorprenderse y nos dejó pasar mientras recogía su pelo en una coleta.
- Para nada, Justin, como si estuvieras en tu casa, tu madre y yo hablamos a menudo así que le diré que estas aquí si quieres. - y se acercó dándome un corto abrazo a modo de saludo que correspondí al instante. No sé por qué me había puesto tan nervioso. - ¿Habéis comido ya?
- Sí, me ha invitado a comer en el restaurante que hay cerca de la estación de tren. - aclaró ____ mientras yo admiraba el interior.
Era una casa no muy grande pero acogedora. La entrada era pequeña y daba a lo que parecía ser el salón, y a una pequeña cocina. Las paredes estaban decoradas con fotos familiares, sonreí al ver a ____ de pequeña con una edad que rondaba los 5 años en una de ellas mostrando el pequeño hueco que había entre sus dientes.
- De todas formas coged algo de fruta de la cocina para tomar postre, voy a llamar a William para que venga a saludar, que a saber cómo me escuchará, se pone los cascos a toda voz. - exhaló un suspiro de impaciencia y nos dejó asomándose a las escaleras , entonces mi novia se volvió hacia a mí con una expresión de lo más ''te lo dije''.
Al poco rato, un chaval con una camiseta de Green Day apareció con una expresión de fastidio que se transformó por completo al verme allí plantado. Sonreí instantáneamente tendiéndole la mano en cuanto se hubo acercado.
- Buenas colega, un placer. 
- Vaya... una parte de mí seguía sin creerme que de verdad estuvieras saliendo con la pesada de mi prima. - dijo completamente en serio con la boca entreabierta mientras me miraba. 
- ¿Tú eres tonto? - se picó ella arqueando una ceja mientras le miraba.
- Pues sí, estoy con la pesada de tu prima. - sonreí divertido rebuscando en mis bolsillos y saqué la llave con el pequeño logo de la marca Porsche.
Traté de reprimir la diversión que me provocaba su simple reacción al ver lo que hacía y le tendí las llaves haciendo un gesto con la cabeza para indicarle que estaba fuera de casa. Acto seguido se abrazó a mí.
- ¡Qué flipe! gracias, gracias, gracias.
Se soltó al instante dispuesto a correr hacia la salida cuando su madre le agarró por el brazo, parecía más sorprendida que él, aunque en un contexto bastante distinto.
- ¡Will! No puedes aceptar eso, aún no tienes ni el permiso de conducir.
- ¡Pero sólo voy a dar una vuelta a la manzana! te he visto hacerlo miles de veces. - se quejó atrapado y tratando de alcanzar el pomo de la puerta. - ¡Vamos, mamá!
- Es un regalo, sabía que le hacía ilusión. - traté de ayudarle.
Caroline pareció replanteárselo y finalmente cedió dejando libre a su hijo que salió pitando de la casa. Ella me sonrió sin poder evitar ocultar su preocupación cogiendo mi mano y agradeciéndomelo antes de seguirle hacia el exterior.
- ¡Mierda! - escuchamos las voces lejanas. - ¡Es una pasada! ¡joder!
- ¡William! ¡Habla bien!
_____ y yo nos miramos intercambiando un par de sonrisas divertidas y luego ella me tomó del brazo tirando de él hacia el interior del salón, y de allí subimos las escaleras hasta dar con un pasillo con varias puertas.
- Esta es la habitación de Will, el baño aquí a la izquierda, esta es la de mi tía y esta del fondo... - se paró frente a la puerta, bloqueándola y apoyó su espalda contra ella observándome con una expresión indescifrable.
- ¿Es tu habitación? - pregunté señalándola.
Ella asintió humedeciendo sus labios con la lengua y le devolví una expresión de extrañez frunciendo el ceño. Hizo un ademán de reírse y pareció estar meditando algo hasta que por fin se decidió a hablar.
- Prométeme que no te reirás, esta tal y como la dejé cuando me fui a verte en concierto, no he cambiado nada. - me advirtió por lo bajo colocando su mano sobre mi estómago al verme acercarme poco a poco con una sonrisa pícara.
- ¿Por qué iba a reírme? ¿Tienes a My Little Pony en la colcha de tu cama? - esbocé una media sonrisa rozando mi nariz con la suya y ella miró mis ojos tragando saliva. 
Adoraba poder tener aquel efecto en ella.
- No... bueno, es que...
- Vamos, entremos. - espeté tomándola por la cintura y comenzando a hacerle cosquillas.
- ¡No! - reía tratando de zafarse de mi agarre, lo cual provocó que se quitara de la trayectoria de la puerta y rápidamente aproveché girando el pomo y corriendo hacia el interior. 
Mi boca fue abriéndose casi inconscientemente mientras contemplaba la habitación. Había un montón de pósters en las paredes y todos mostraban a la misma persona. Comencé a reír sin darme cuenta acercándome a una de las estanterías, allí descansaba el muñeco que meses antes le había regalado jugando en los recreativos, encontré los libros que había sacado acerca de mi vida al lado, y un estante más arriba se podían distinguir todos mis perfumes. Sonreí al coger una pequeña foto enmarcada de ella y sus amigos con la entrada del concierto, seguramente recién comprada.
Ví el equipo de música que había un poco más alejado y me acerqué a él pasando las yemas de mis dedos sobre todos los CD's que allí había. Tenía un gusto musical variado, pero un pequeño hormigueo me recorrió el estómago al ver que estaban todos y cada uno de mis álbums, desde el primero hasta el último.
- Estuviste desde el principio, eh. - murmuré.
- Prácticamente te he visto crecer. 
Me giré y la vi soltar la mochila y la carpeta en la cama, se había ruborizado ligeramente y reí al notarlo mientras echaba un nuevo vistazo al cuarto. Su balcón tenía unas bonitas vistas del pueblo, también tenía su propio cuarto de baño y en una de las paredes se veían decenas de fotos formando un collage.
- Vamos a ver qué estabas escuchando. - dije encendiendo el equipo de música.
- Madre mía. - la escuché suspirar y reí divertido cuando comenzó a sonar ''I Would''.
- Hmm... de Justin Bieber, nunca lo hubiera imaginado.
- Calla, es una de mis favoritas. - rió ella dejándose caer en la cama.
Sonreí sintiéndome como un niño al que acaban de premiar tras llevar buenas notas a casa y me acerqué a ella deslizando mis pies por el suelo en un par de pequeños pasos de baile bajo su mirada divertida y cogí sus manos impulsándola hacia a mí haciéndola levantarse.
Agarré su cintura pegando mi cuerpo al suyo y agarrando su mano con la mía y comencé a llevarla al ritmo de la canción mientras la tarareaba por lo bajo. Ella me seguía y daba vueltas bajo mi brazo hasta que en la mitad de la canción, sentí cómo me empujaba bruscamente tirándome a la cama y me quedé allí bocarriba mirándola de arriba a abajo.
Mordió su labio mientras se acercaba, lo cual produjo que todas las sensaciones se concentraran en un mismo lugar provocándome cierta molestia en los pantalones.
- No me mires así. - se quejó dando un rodeo a la cama dejándome claro que no habían sido aquellas sus intenciones.
Mierda, menudo mazazo.
- Es que eres realmente preciosa. - traté de cambiar su opinión acercándome a ella por detrás y rodeando su cintura con mis brazos mientras dirigía mis labios a su cuello dejando suaves mordiscos acompañados de pequeños besos mojados. 
- Justin, para, mi primo y mi tía pueden entrar en cualquier momento. - dijo en una leve risa colocando sus manos sobre las mías.
No me di por vencido y fui bajando mis manos hasta meterlas bajo su ropa acariciando esta vez su barriga y subiendo con una intención clara a la vez que comenzaba a besar su cuello con algo más de pasión. 
Joder, sólo bastaba con aquel simple contacto para que mis hormonas se disparasen provocándome una sensación de completa lujuria, me ponía a cien con tan poco. Mi respiración se hizo más pesada cuando por fin llegué a rozar su sostén, pero segundos después, todo se esfumó cuando sus manos pararon las mías y tuve que separarme de su cuello al ver que ella se giraba hacia a mí.
- Vamos Brooks. - murmuré. - Hemos estado separados mucho tiempo.
Justo después de decir esto saltó sobre mí tumbándome y poniéndome entre el colchón y su cuerpo, me había atrapado contra la cama y me miraba con una sonrisa pícara que despertó la parte más ocura de mí.
- Vas a tener que ser más paciente, no eres tú el que tendrá que convivir con ellos en la misma casa como entren y nos pillen... - bajaba su cabeza mientras lo decía y entrecerré los ojos dispuesto a recibir sus labios cuando la agarré por la cintura y la aparté con fuerza rodándo con ella por el colchón y cambiando su posición por la mía. 
- Ahora soy yo el que te tiene a su voluntad. - dije agarrándola por ambas manos y entrelazando mis dedos con los suyos. - Y no me digas que no te pone el hecho de que puedan pillarnos.
Ella me miró con detenimiento durante unos largos segundos. Sonreí para mí mismo y giré mi cabeza viendo entonces uno de los pósters que había en la pared de al lado de la cama mirando hacia ésta.
- Las cosas esas las quitarás antes de la noche, ¿no? - casi reí señalando el póster y dejando que ella pudiera moverse para echar un vistazo. - No pienso tener todos esos ojos siniestros de mis dobles mirando mientras te lo estoy haciendo.
Ella soltó una carcajada que se me quedó grabada en la cabeza, su risa me resultaba  demasiado adictiva.
- Supongo que antes de eso tendrás que convencer a mi tía para que te deje dormir conmigo, y no creo que sea buena idea. - se encogió de hombros con una sonrisa divertida y rió al ver que cambiaba mi expresión por completo al oír aquello. - El sofá no esta tan mal, puedes imaginar que eres Tuts y tomarlo como un juego.
- Estas de coña, ¿verdad?

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